
La Región de Murcia no ha elaborado aún un protocolo específico para acompañar al alumnado trans en los centros educativos, tal y como insta … la Ley de Igualdad regional en su articulado. Un grupo de entidades sociales y educativas –el sindicato Sterm Intersindical, la Asociación de familias de Infancia y Juventud Trans Chrysallis Murcia, las asociaciones LGTBQIA+ de la Región No te Prives, Galactyco, Lorcairis, Orgullo Crítico Murcia, Jumilla a Color, Orgullo Yecla, ¿Lo tienes claro?, Vihsibles, Águilas Diversa y Epéntica, así como el Sindicato de Estudiantes– se han unido para reclamar a la Consejería de Educación la elaboración de ese reglamento, que sí está en vigor en otras comunidades autónomas.
En la Región los centros educativos aplican las Instrucciones para la Mejora de la Convivencia Escolar en los Centros Educativos aprobadas en 2017, que contemplan una serie de actuaciones que permitan detectar y prevenir acciones de discriminación o acoso, y evitar la impartición de contenidos discriminatorios hacia las personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales; así como instrucciones para el tránsito, como que la documentación administrativa (listas de clase, boletines informativos de calificaciones, carnets de biblioteca, de estudiante,…) se ajuste al nombre elegido y al sexo con el que se siente identificado el alumno o la alumna, que se respete la imagen física del alumnado, y la libre elección de su indumentaria, y que se eviten actuaciones diferenciadas por sexos.
Esas indicaciones, denuncian los sindicatos y entidades sociales promotores del protocolo, «dan lugar a cierta ambigüedad y no prevén todos los casos posibles, por lo que la atención de este alumnado varía en función del centro educativo en el que esté matriculado». Consideran que para evitar esa indefinición, «es necesaria una norma clara y fácil de aplicar en todos los centros educativos, que asegure no solo que las familias del alumnado trans sean asesoradas correctamente, sino salvaguardar el bienestar de las personas menores de edad». La Consejería de Educación, por su parte, quiere analizar la cuestión en detalle para trasladarla al nuevo decreto de convivencia escolar que está elaborado.
Las entidades consideran que el reglamento evitaría que la atención al alumno «varíe en función del centro educativo»
Las entidades promotoras del protocolo consideran que la ausencia de ese reglamento da lugar a situaciones complejas en las aulas que dejan a los alumnos sin un marco claro y concreto durante su tránsito. Seis alumnos y familiares de estudiantes trans relatan a LA VERDAD cómo lo vivieron en sus centros educativos. Algunos de los nombres son ficticios.
Ángela: «Se burlaban de mí en los pasillos; nadie me ayudó»
Ángela estudia un grado medio de Laboratorio en un céntrico instituto de Murcia. A sus 23 años, las burlas y comentarios desagradables sobre su identidad sexual le duelen, aunque ya no al punto de herirle. Aun así, cuando pidió a su profesora que frenara las mofas, no encontró respuesta. «Primero me dijo que no le diera importancia, y otra tutora explicó a mis compañeros que no había que hacer comentarios despectivos sobre el diferente. Y yo no soy diferente», reclama Ángela al recordar su transición hace un par de años.
Sandra Nuñez: «No sabían qué hacer con mi hija, tuve que guiarles yo»
Con cinco años, la hija de Sandra Núñez tenía clara su identidad de género. De la mano de su madre, la niña inició un tránsito familiar y social que recaló en su escuela, donde Sandra Núñez, hoy delegada en la Región de la asociación Chrysallis, encontró toda la empatía del mundo, pero muy poco conocimiento y formación. «No sabían cómo actuar ni qué hacer, y aunque fueron muy empáticos, les tuve que ir guiando yo en todos los pasos». La niña, hoy una adolescente de 12 años que ha iniciado una nueva etapa escolar y vital en el instituto, tuvo en todo momento el acompañamiento de docentes y amigos. «Pero no siempre es así. No es una cuestión que pueda quedar a criterio de la escuela o del maestro que te toque, no se trata de tener suerte», reclama. Las pautas generales, considera, «están, pero hay vacíos que son un mundo para muchas personas. ¿Qué pasa si un menor de 16 años pide que se le llame por el nombre sentido, como marca la ley, sin el consentimiento de sus padres?», cuestiona Sandra Núñez, quien considera que un protocolo taxativo ayudaría en el tránsito a decenas es estudiantes y a sus familias.
Dakero: «La profesora de música se empeñó en que cantara con las chicas»
Terminó segundo de Bachillerato en el instituto de Yecla cansado «de las burlas», y hoy compatibiliza estudios y formación. Dakero logró que le cambiaran el nombre en los listados del centro y se refirieran a él por el sentido, pero encontró alguna dificultad con profesores como la de música, que «se empeñaba en ponerme a cantar con el grupo de chicas porque decía que tengo voz de chica. Eso me hacía pasarlo mal, al igual que a la hora de ir al baño». El joven trans cree que dejó de ir al instituto un par de años «para evitar esas situaciones. Es muy desagradable, no es plato de buen gusto para nadie, y la verdad es que se te quitan las ganas de estudiar».
«A mi hija la encerraban en el baño, la manteaban… nadie hizo nada para ayudarle»
Ana, licenciada en Bellas Artes en Granada, trabajadora e independiente, disfruta hoy de una vida plena. La joven es trans y asperger, y su paso por el colegio hace ya más de una década fue, recuerda su madre, «un infierno. A Ana la encerraban en el baño tres horas; la manteaban… y ella callaba para no preocuparnos», recuerda su madre. Cuando lo descubrieron, pidieron apoyo en el colegio, «pero las monjas no hicieron nada. Denuncié en la Inspección de Educación, me dieron la razón, pero desde el colegio la única respuesta era que la niña no valía para estudiar». Con el apoyo de sus padres, estudió Bachillerato Artístico y Bellas Artes en Granada. «En casa siempre se le respetó, y salió adelante, pero si hubiera contado con un protocolo en el que apoyarme, las cosas en el colegio hubieran sido de otra manera», reclama la madre.
José: «Buscaron en redes a mis padres para localizar fotos de mi niñez»
A los 18 años, José se matriculó en un grado superior de Educación Infantil, y todo iba bien hasta que unas compañeras decidieron buscar en redes sociales los perfiles de sus padres para localizar fotos de su niñez a escondidas. «Me fastidió mucho, y se lo comuniqué a mis profesores para que resolvieran la situación. Se limitaron a proponerme que habláramos del tema en clase, pero creo que esa no era una respuesta adecuada», lamenta.
María: «En el colegio he encontrado apoyo, pero no sabemos por dónde ir»
A María, vecina de Jumilla y madre de tres hijos, se le está haciendo grande acompañar a Liam, de 12 años, en su tránsito. «Me lo dijo hace tres meses, y estoy un poco perdida, pero confío en que los psicólogos nos orienten bien. Yo solo quiero que sea feliz». El escolar dice que no terminan de entenderle en clase, y que los maestros son reacios a dirigirse a él por su nombre sentido. Su madre, en cambio, está satisfecha de la reacción y el apoyo que ha encontrado hasta ahora en el colegio donde estudian sus hijos.

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