
Un megaestudio, basado en más de cien investigaciones a largo plazo, encuestas e índices económicos, señalan a la industria de los alimentos ultraprocesados como responsable … de aumentar el «riesgo de múltiples enfermedades crónicas relacionadas con la dieta». Publicado en The Lancet, que también dedica su editorial a este tema, el artículo alerta que la ingesta de este tipo de comida produce «resultados adversos en casi todos los sistemas orgánicos», mantuvieron los autores. Además, «la totalidad de la evidencia apoya la tesis de que la sustitución de patrones dietéticos tradicionales por alimentos ultraprocesados es un factor clave del aumento de la carga mundial de múltiples enfermedades crónicas relacionadas con la dieta», según el artículo ‘Alimentos ultraprocesados y salud humana: la tesis principal y la evidencia’.
Los trastornos para la salud son sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión, dislipidemia, enfermedad cardiovascular, cardiopatía coronaria, enfermedad cerebrovascular, enfermedad renal crónica, enfermedad de Crohn, depresión y «mortalidad por todas estas causas», mantienen los autores, entre quienes están las españolas María Bes-Rastrollo, del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra y de Ciberobn, y Renata Bertazzi Levy, del Instituto de Investigación Biomédica de la Universidad de Salamanca (Ibsal). Su consumo produce además «inflamación, disglucemia, disbiosis de la microbiota y disfunción hepática».
Según el estudio, estos productos «elaborados con ingredientes baratos, combinados con aditivos y que en su mayoría contienen poco o ningún alimento integral» desplazan a las comidas tradicionales a nivel global, causando «desequilibrios nutricionales» y «mayor ingesta de compuestos tóxicos y disruptores endocrinos». Son claros en el mensaje: «La sustitución de patrones dietéticos tradicionales por alimentos ultraprocesados es un factor clave del aumento de la carga mundial de múltiples enfermedades crónicas relacionadas con la dieta».
Medidas sanas
Aunque no es el primer estudio que advierte de los peligros de los ultraprocesados, este acumula una gran cantidad de evidencia de análisis científicos y ensayos clínicos y comunitarios, incluyendo 104 trabajos a largo plazo, para relacionar los datos con el consumo de otro tipo de dietas en todos los continentes y proponer políticas públicas de salud a nivel global.
En la edición de este miércoles de la prestigiosa revista científica, al trabajo principal lo complementan otros dos estudios sobre políticas públicas de alimentación. «Los ultraprocesados son producto de una economía alimentaria impulsada por el beneficio empresarial, no por la nutrición ni la sostenibilidad», apuntan los autores a las grandes trasnacionales de la alimentación y sus estrategias para impulsar el consumo.
Para contrarrestarlas se proponen políticas de salud pública como restricción de publicidad, sobre todo si está dirigida a niños y la prohibición de venta en escuelas y hospitales e incluso en supermercados, entre otras medidas. «Este cambio en la alimentación se ve impulsado por poderosas corporaciones globales que generan enormes ganancias al priorizar los productos ultraprocesados, con el apoyo de un intenso marketing y un intenso lobby político para frenar políticas de salud pública efectivas que promuevan una alimentación saludable», aseguró Carlos Monteiro, investigador de la Universidad de São Paulo y primer firmante del artículo, en un comunicado.
Consumo en crecimiento
Aceites hidrogenados, aislados de proteínas, jarabe de glucosa, fructosa, colorantes, edulcorantes artificiales y emulsionantes sustituyen a los platos caseros con productos frescos, incluso en España, donde se pasó del 11% al 32% del total de compras de alimentos del hogar en tres décadas. Se calcula que los ultraprocesados representan el 50% de la ingesta alimentaria de los hogares, a nivel mundial, y su consumo crece más aún en países pobres. Su daño es «inverso« a los »efectos protectores de la dieta mediterránea». Las fibras y proteínas son sustituidas por azúcar y grasas, y junto al producto se ingieren «contaminantes tóxicos provenientes del procesamiento o envasado».
En su editorial, The Lancet resume las «acciones prioritarias», como poner «marcadores de colorantes, saborizantes y edulcorantes», «identificación de alimentos poco saludables», «etiquetas de advertencia obligatorias en la parte frontal del envase» y «mayores impuestos».
El estudio pide «realizar más investigaciones», pero «la necesidad de más evidencia no debe retrasar las medidas de salud pública. Las políticas que promueven y protegen patrones alimentarios basados en una variedad de alimentos integrales y su preparación en platos y comidas, y que desalientan la producción y el consumo de alimentos ultraprocesados, no pueden postergarse».

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