Va para cuatro años que Alfonso Sánchez y Lola Navarro decidieron echarse la manta a la cabeza y dejaron sus puestos de trabajo y sus … estudios en Murcia para venirse a vivir y trabajar a la sombra de la Sierra de Mojantes y del Macizo de Revolcadores, concretamente en la finca de La Vidriera, cerca de la pedanía de El Moral en el término municipal de Caravaca de la Cruz.
En una primera etapa, Alfonso estuvo ayudando a su padre en la explotación agrícola que sus abuelos adquirieron en el siglo pasado con los ahorros que iban acumulando de su trabajo como labradores en la finca y cuidado de un rebaño de un millar de ovejas de raza segureña. Tras la jubilación de su padre, Alfonso se ha puesto al frente de la finca y ha empezado a llevar el timón de su propio proyecto, con la experiencia familiar acumulada a la que aplica su formación como graduado en Ciencias Ambientales. Junto a Miguel (Promotor) y Lola, comparten sus vivencias y sabiduría a través de una actividad denominada «Conéctate Entre ovejas», que se incorporó a la iniciativa turística de las Experiencias Jubilares en su primera edición con motivo del Año Jubilar 2024 y que continúa. Un actividad pensada para familias, jóvenes curiosos y amantes del buen comer en la que esta pareja de jóvenes ganaderos te invitan a entrar en su casa, su granja y a conocer su forma de vida en el corazón del Noroeste murciano.
Pero ¿qué motivaciones pasan por la cabeza de dos personas jóvenes para dejarse la vida en una ciudad y decidir ir adelante con su proyecto de familia en una zona rural? Alfonso tiene 33 años y nació en Caravaca de la Cruz; Lola tiene la misma edad pero ella nació en el Barrio de San Andrés, en Murcia. Se conocieron durante los estudios universitarios y después de un tiempo como novios se casaron en 2019. Él había contado cómo había sido su infancia en la finca familiar de La Vidriera, cómo era la vida en una zona rural y el legado de experiencias y vida que le había transmitido su familia. Llegó la pandemia y algo se empezó a remover en sus vidas, «yo estaba trabajando en una empresa – relata Alfonso – y Lola seguía formándose en Bellas Artes, como estábamos en pleno confinamiento pasábamos más tiempo en casa, teletrabajando y telestudiando, y hablábamos de cómo queríamos que fuese nuestro futuro».
En aquellas conversaciones, compartiendo ideas sobre su futuro, encontraron una «perla», «nos dimos cuenta – comenta – que en esta forma de vida donde se inculcan unos determinados valores, donde se educa en el respeto a la naturaleza, donde se vive con una gran libertad, era los que queríamos para nuestros hijos y, movidos por ese impulso de crear una familia en esta zona rural, y en este entorno, nos vinimos para acá.Un poco nos echamos la manta a la cabeza, dejamos puestos fijos y estudios y emprendimos esta nueva etapa que para mí era un retorno y para Lola un viaje a lo desconocido».
En los últimos meses, tras ponerse al frente de la explotación, han decidido reducir el número de ovejas de su rebaño, «estamos en proceso de cambio, mi padre se jubiló y decidimos quitar unas dos terceras partes y quedarnos con unas 300, hemos realizado una estimación de lo que necesitamos y podemos atender sin necesidad de contar con los pastos de otras fincas y, por ahora, vamos a quedarnos con este número».
La lengua azul
Sobre los problemas con la enfermedad de la lengua azul que está afectando al ganado ovino de la zona, explica que «afortunadamente, como estamos lejos de cuerpos de agua y también se está reduciendo el número de los rebaños de los vecinos, los vectores de transmisión han sido muy bajos y nos hemos librado; nos hemos librado hasta ahora y ya hemos tomado medidas de limpieza y desinfección, para prevenir lo máximo posible, pero de momento no nos ha tocado. Por desgracia, muchos colegas o compañeros ganaderos sí que han tenido importantes focos y han sufrido graves pérdidas».
Saber que formas parte de un legado familiar, que ya llega a la tercera generación es una experiencia que Alfonso está viviendo en primera persona. «Es un orgullo porque en mi infancia viví toda la sabiduría de mis abuelos y de mis padres; tras volver a casa, aunque mi abuelo ya no estaba enactivo, él siguió, hasta su fallecimiento, transmitiendo su experiencia sobre la ganadería, la agricultura de la zona y sobre esta forma de vida; ahora intento exprimir, al máximo, la relación que mantengo con mi padre procurando que el relevo no sea solo en los papeles sino también en poner en valor por qué funciona aquí la ganadería extensiva, por qué es rentable, por qué es sostenible y por qué es ecológica; es cierto, que ahora los términos ecológicos están de moda, llegan directrices desde la Unión Europea para que respetemos nuestro entorno pero no se dan cuenta que estos entornos han llegado hasta el día de hoy con estas actividades económicas y que lo que realmente destruye el Medio Ambiente son las actividades económicas nuevas que aparecieron a finales del siglo pasado y que siguen hasta hoy».
Alfonso y Lola quisieran que su experiencia no se valorase solo desde un punto de vista «romántico». «Valoramos mucho los comentarios que recibimos de quienes vienen a La Vidriera para conocernos pero a quienes solo ven la parte bucólica de la vida en el campo, les transmitimos que está muy bien ver amanecer, sentarte a leerun libro, pero una vez que estás viviendo en el campo, en esta vida rural, tienes que tener muy bien amoblada la cabeza también para poder disfrutar, porque el trabajo, muchas veces,es absorbente o reemplaza todo esosmomentos de disfrute, que también existen».
En cuanto a las ayudas de las administraciones para que los jóvenes puedan incorporarse a las zonas rurales y frenar el despoblamiento, Alfonso y Lola han sacado sus propias conclusiones.
«Para asentar la población en los campos se está intentando tecnificar al máximo, incorporar innovación, tecnología, en todos los proyectos y eso está bien, pero nosotros decidir vivir aquí, en La Vidriera, no es lo mismo que vivir en el casco urbano de Caravaca, viviendo cerca del corral puedes atender mucho mejor el ganado, especialmente cuando llega el momento del parto de una oveja, dar una vuelta para ver cómo están, comprobar cómo evoluciona el cordero, que no se mezcle un cordero con el otro y se intercambien de madres… Por eso decidimos vivir aquí, en el campo y cuando te vienes al mundo ruralel concepto que se tienen de trabajar ocho horas al día y tener los fines de semana libres, te cambia, porque esto no es un trabajo, esto es una forma de vida que o lo ves así o vives amargado».

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Enlace de origen : La vuelta al campo de una pareja de Caravaca