
Santa Claus, los huevos de Pascua, el pavo de Acción de Gracias… Hay festividades emblemáticas que se cuelan en la Casa Blanca y dan una … pausa vacacional a la polarización política, cada día más estridente en la mansión dorada de Trump. Este año, los pavos se han convertido en meros figurantes de su reality show.
Gobble y Waddle, los agraciados del perdón presidencial en este 2025, son, como cabía esperar, «los más grandes que se le hayan presentado nunca a un presidente», con más de 50 libras de peso cada uno (26 kilos), declaró ufano el autor de «los mayores logros que haya conseguido nunca ningún otro presidente en la historia».
Como prueba de ese éxito económico que ni sus seguidores más fervientes notan aún en la cesta de la compra, el presidente aseguró que este jueves la cena de Acción de Gracias saldrá un 25% más barata que el año pasado, algo que su portavoz, Karoline Leavitt, lleva tiempo cacareando con la misma estridencia que la de Gobble (Waddle estaba desaparecido en combate, observó el propio presidente). Según él, este año el pavo costará un 33% menos; las patatas, un 13%; el jamón, un 15%; los huevos han bajado un 86% desde marzo y «la gasolina pronto costará alrededor de dos dólares por galón», prometió.
Según Purdue University, el precio del pavo al por mayor ha subido un 75% con respecto al año pasado, debido mayormente a la gripe aviar, y el coste en general de la alimentación ha subido un 2,7%, de acuerdo a los informes del Bureau of Labor Statistics, cuya comisionada despidió fulminantemente el presidente en agosto pasado, cuando no le gustaron los datos de desempleo.
El perdón de los pavos era una ocasión festiva para hacer creer a los estadounidenses que la principal promesa de su campaña se está cumpliendo, y si no, se cumplirá pronto, cuando entre en vigor su «Big, Beautiful Bill». Una ley presupuestaria que logra «los mayores recortes de impuestos de la historia» y comprime «diez años de reformas en un solo paquete», dijo de este «éxito sin precedentes», que solo él podía haber logrado, afirmó.
Gobble y Waddle podían sentirse afortunados, porque sus predecesores del año pasado, Peach y Blossom, habían perdido la gracia presidencial al descubrirse que Joe Biden firmó su perdón con el «autopen», informó el actual presidente. «Los hemos salvado en el último segundo, cuando iban camino del matadero», aseguró. Todos los demás perdonados con el autopen sufrirán un futuro similar, advirtió el mandatario, obsesionado con sus enemigos políticos. «Estuve a punto de llamar a estos dos Chuck y Nancy, pero entonces no los habría perdonado ni aunque me lo hubiese pedido Melania», aseguró.
La primera dama y exmodelo eslovena aplaudía en primera fila con la melena perfecta y una chamarra de cuero otoñal, que daban el toque de elegancia a las molduras doradas que ahora despuntan por toda la Casa Blanca.
Éxitos geopolíticos
En esos 16 minutos en los que el presidente hizo Grande a América de Nuevo (MAGA, por sus siglas en inglés), no pudo salvar a Chicago, como dice haber hecho con Washington, donde ya no hay crímenes, ni asesinatos, ni inmigrantes, porque «el gordo de Pritzker» -el gobernador de Illinois- no le ha dejado, lamentó, antes de reconsiderar el insulto. «Yo no hablo de gordos, porque a mí mismo me gustaría tener unas libras menos», reconoció al reprimir «el chiste sobre su peso» y llamarlo «fat slob» (gordo repugnante).
Tras salvar a la capital del crimen, a su pueblo de la inflación y a la industria avícola de la gripe aviar, pasó a repasar sus éxitos geopolíticos al acabar con ocho guerras, que pronto serán nueve, porque la paz en Ucrania «está muy cerca», prometió. Declaró el renacimiento espiritual de su país, del que la vuelta de la religión al gobierno es «prueba irrefutable», y convirtió el tradicional perdón del pavo en una homilía MAGA, en la que Gobble era el cuerpo litúrgico redimido por Dios. «Gobble, quedas perdonado», afirmó solemne. Y así, el inquilino de la Casa Blanca se retiró de la mano de su bella esposa, para volar a su mansión de Palm Beach el resto de una semana en la que el frío suele instalarse en su país, como la realidad tras la sobremesa del pavo.

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