Todas las vidas están en Victoria Clemente Legaz

Todas las vidas están en Victoria Clemente Legaz

Sábado, 6 de diciembre 2025, 07:35

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Ruidos de fondo. Pones a cocer seis huevos frescos, grandes, tamaño L, «de gallinas criadas en jaula, con certificado de Bienestar Animal y huella de carbono verificada». En la radio habla Manuel Jabois: cree que Carlos III («no soporto más estas malditas cosas») es la personificación de Mr. Bean firmando documentos. ¡Alcaraz acaba de alcanzar el número 1 del tenis mundial! ¡Qué mundo el de 2022! Enciendo el ordenador, voy directo al correo electrónico y en la bandeja de entrada encuentro un documento que se estaba haciendo de rogar. ‘Te miro en silencio’, me advertía Victoria Clemente Legaz, consultora y gestora cultural murciana, especializada en mediación cultural. Qué bien conjuga los verbos ser y estar. El manuscrito de ‘Una mirada en silencio’, recién publicado por Héctor Escobar en Eolas Ediciones, en un primer momento, me hace imaginar una cosa bien delicada, como un papiro firmado por la última reina de Egipto. Me sentí, todavía sin saber si los huevos estaban crudos o cocidos, como si lo más importante en ese momento fuera descifrar un enigma, sabiendo que en un momento dado podría recurrir a Alexa. El punto de partida era el axioma «la herida que somos».

Para llegar al final del laberinto me fui encontrando con que todas estas historias contenían instrucciones o palabras clave que podían ser útiles para armar el puzle y extraer un mensaje coherente al llegar al final. Desde luego, este libro no es una simulación de los textos sagrados, aunque con esa curiosidad yo lo acogí, y empecé a encontrar, ignorando si Victoria había recurrido también a mezclas de tintas, ciertos términos que me ayudaron bien a interpretar el (gran) jeroglífico de su vida. Contarnos, darnos, despojarnos, ¡sentirnos!, confiarnos… Explicarnos es algo hacedero, aunque a veces, muchas veces, no sea fácil.

Idas y venidas

‘Una mirada en silencio’ está nutrida de ecos, y también de tomas de Constantinopla. ¡Perdón, perdón! Quería decir tomas de conciencia… Cada palabra forma aquí un sonido percibido a veces como engañosamente lejano y confuso. Aunque sus recuerdos no pierden claridad ni precisión. Unas veces serpentea y nos enreda en el principio de sus días. Donde hay frías soledades, heridas adelantadas. Y es, al mismo tiempo, un salto al vacío y, de rebote, un brinco a la superficie. Porque en esas idas y venidas vamos conociendo mejor cuál es la verdadera sustancia de la vida humana. Querer comprenderlo todo es un empeño inútil; la duda, a diferencia del tiempo, es infinita. Qué más querría uno que toda pena o agravio fuera solo superficial. Ahora bien, llegar a conocer la hondura de las cosas es un cometido extraordinario. ¿Acaso usted, intranquilo lector o lectora, no desearía que los malos recuerdos no llegaran a más? ¿O nacer versado y ser inclinado al pragmatismo? No vayamos por ahí, no, ¡o nos bañaremos en cieno! Todo ser es complejo, un fárrago de reminiscencias y accidentes pasados que hacen de las suyas para recordarnos que no solo al pasar la infancia caemos al mundo. ¡Siempre estamos cayendo, Victoria! Pero con la fortuna de volver a ser, de volver en sí. De encontrarnos con algo o alguien sin buscarlo.

‘Una mirada en silencio’

'Una mirada en silencio'

Músicas del mundo interior

Alegría, verdad, sabiduría («aún no está resuelto el siglo XX»), memoria, miedo («¿quiénes somos?»), enfermedad, amor, rumores, nostalgia («la pureza que fuimos»), libertad, frustración, educación, naturaleza, corazón… no son aquí palabras aleatorias seleccionadas por un algoritmo, sino el material sensible con el que Victoria Clemente Legaz construye la banda sonora de su mundo interior, que nos llega como una absorbente reverberación. Una onda expansiva que nos atrae desde la honestidad, y sin enmascarar su ingenuidad. Si es verdad que «somos un proceso de creación vivo», ¿por qué tanto empeño en ordenarnos? ¿A dónde nos lleva querer saber todo de nosotros mismos?

Su personalísima mirada es síntesis de una vida, prueba admirable de su valentía y pericia para ser y para estar por sí misma

En una entrevista Primo Levi fue preguntado por si volveríamos a ver campos de concentración. Respondió: «Ciertamente no ha muerto la idea, porque nada muere definitivamente, nada muere por completo». Dentro de nosotros también perviven ciertos espantos, pequeños y grandes desastres.

Enredada en deseos

En ‘Una mirada en silencio’ encuentro a la hija que cuida cuanto ama, a la amiga nada contentadiza, a la mujer que ansía respirar, a la niña que no sabe qué hacer con su soledad, a la amante enredada en deseos cósmicos, a la profesional que no soporta la burocracia, a la ciudadana que no quiere ser robotizada, a la eterna alumna que encuentra sanación en la filosofía, a la anónima terrestre que se pregunta todavía «¿dónde hemos estado?» mientras busca y requetebusca en otras estaciones todo lo que olvidó que ya sabía. ‘Una mirada en silencio’, la personalísima mirada de Victoria Clemente Legaz es, como síntesis de una vida, una prueba admirable de su nobleza y de su valentía, de su pericia para ser y para estar por sí misma. Y, sobre todo, es un estímulo para los que vemos en ella los efectos positivos de seguir nadando a contracorriente. A todo esto, ¡no sé qué hacer con los huevos! Pregunto a Alexa y su contestación, después de lo dicho, no me sorprende: «¿Cuánto hace que no hablas con Victoria? ¡La vida es más hermosa con ella!». Al final le haré caso a la máquina.

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