
No cierra nunca, ni por vacaciones, pero a principios de enero el restaurante Los Gemelos echará la persiana definitivamente por la jubilación de sus propietarios, … Vicente Romera y Lucía Caballero. El establecimiento, toda una institución en la pedanía de Coy, de 320 habitantes, y con dos soletes de la Guía Repsol, dejará de servir sus tradicionales asados en horno de leña que atraen cada fin de semana a más de 300 clientes de toda la Región. Lo fundaron como taberna los padres de Vicente en 1960, es el más antiguo de la pedanía y ha sido el lugar elegido para cerrar «todos los tratos que se han hecho en el pueblo», dice orgulloso Vicente a LA VERDAD . Sus tres hijos «serían magníficos profesionales» detrás de la barra, pero no continuarán con el negocio porque han optado por otros trabajos menos sacrificados. «Esa es la pena que tengo, porque tenemos un público muy fiel».
El horario de Los Gemelos es de 8 de la mañana a 12 de la noche y el matrimonio no se imagina cómo será su vida tras la jubilación, porque «no estamos acostumbrados a salir ni a viajar, hemos dedicado nuestra vida entera a esto», dice Vicente. «Será una vida nueva, tendremos que adaptarnos», añade ella. Solo se plantean traspasar el restaurante «a alguien profesional, queremos que las nuevas generaciones recojan el guante», en un momento en el que la pedanía está en auge y ya no tiene más casas para vender. Media docena de viviendas están siendo rehabilitadas como segunda residencia.
Condenados a desaparecer
«A los bares de las pedanías les quedan cuatro días y es lo que les da vida a los pueblos», sentencia Antonio Raúl Marín, propietario junto a dos hermanos del Asador Murciano, en La Paca, otro de los restaurantes de referencia de las pedanías altas que ha cerrado sus puertas después de 22 años. Siguen vinculados al sector de la alimentación pero «con los fines de semana y los festivos libres». Servía comidas para un centenar de comensales que hacían parada en el local tras hacer senderismo por las tierras altas. El traspaso no ha sido posible, porque «no hemos encontrado a nadie que se quiera dedicar a esto, es demasiado sacrificio» y han comenzado a vender el equipamiento de hostelería del local.
María García, propietaria de único bar de Doña Inés, de 106 habitantes, El Jeromo, enciende el horno a las ocho de la mañana para que el asado de pulpo, que solo cocina por encargo, se haga a fuego lento. Prepara el conejo al ajo cabañil, las croquetas, los buñuelos y todas las tapas «como se ha hecho siempre. Todo es casero y la gente lo valora», explica orgullosa. El local se ha convertido en un gran reclamo para el turismo en las pedanías altas, se llena los fines de semana en invierno y todos los días en verano y «a veces viene más gente de la que podemos atender. Es muy duro», reconoce, porque la jornada laboral se prolonga de 12 a 16 horas sin descanso.
«No estamos acostumbrados a salir ni a viajar, hemos dedicado nuestra vida a esto», dice el propietario
El negocio familiar que fundó su abuelo y María heredó de su madre cuando se jubiló hace 15 años no tendrá continuidad porque «a mis hijas no les gusta, ellas quieren estudiar».
La presidenta de la Federación Espartaria Tierras Altas, Bienvenida Fernández, asegura que muchos de los bares tradicionales de las pedanías del norte han cambiado de propietario en los últimos meses por la jubilación de los dueños, como el Central de La Paca, y otros han tenido que cerrar por falta de relevo generacional. «Es una pena porque la gastronomía es lo que nos da prestigio, estos bares y restaurantes nos representan muy bien y utilizan productos locales, si desaparecen perdemos también parte de nuestra identidad».
Fernández afirmó que «ha cambiado mucho la manera de gestionarlos» y «ya no son los bares que estaban abiertos todo el día y funcionaban como verdadero punto de encuentro». Antes «eran el corazón del pueblo pero ahora la realidad es muy distinta» porque suelen tener horarios reducidos y, en muchos casos, los nuevos propietarios se ven obligados a compaginar su actividad en el bar con otros trabajos para poder subsistir.

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