El hundimiento en la avenida Miguel Indurain de Murcia convierte la zona en una ratonera para el tráfico

Técnicos de la empresa municipal Aguas de Murcia intentaban en la mañana de este lunes afinar el diagnóstico de un percance que se hace palpable en el metro y medio de desnivel que puede apreciarse en el enorme socavón que presenta, en estos momentos, una de las principales vías de circunvalación de la ciudad. Con la rotura asomando justo al inicio del fin de semana, era una incógnita el cómo se comportaría este lunes el tráfico de acceso al casco urbano, aunque podía suponerse que la situación, con el arranque de la semana laboral, no iba a ser precisamente cómoda para los conductores que suelen transitar la zona.

Ya fuera porque carecían de una alternativa mejor, porque decidieron no modificar sus rutas habituales o, incluso, porque no conocían esta problemática, muchos automovilistas acabaron por meterse en la boca del lobo. Cierto es que la nutrida presencia policial agilizó en la medida de lo posible el tránsito por la zona. Pero no tuvo la enorme rotonda de la carretera de Alicante capacidad para absorber con fluidez una circulación caracterizada por importantes y variados flujos de tráfico y que se encontraba condicionada por el cierre de uno de sus ramales principales, hasta presentar por momentos una situación de colapso.

Se hicieron patentes los atascos en Reino de Murcia. En torno a 20 minutos –en la hora punta de las 8.30– supuso para muchos ciudadanos recorrer su ruta desde el cruce con Reino de Valencia, atravesando la citada rotonda, para reincorporarse a Miguel Indurain a la altura del Palacio de los Deportes gracias al desvío habilitado. Discurría este recorrido alternativo por el lateral de la gasolinera que hay a la altura de la calle Villa de Ricote y que obligaba a los vehículos a desembocar en la zona de las Atalayas, para volver a su ruta principal junto a la instalación deportiva, por la avenida del Rocío. De igual manera, se ralentizó el tráfico en el sentido de Miguel Indurain no afectado por el hundimiento, aquel que discurre en dirección norte.

También se detectaron problemas de retenciones en la antigua carretera de Alicante. Si bien esta avenida no suele presentar una notable fluidez al llegar a la rotonda protagonizada por la escultura de Pepe Lucas, el escenario de ayer fue, sin duda, peor. Atravesarla conllevó diez minutos para muchos ciudadanos, una vez alcanzado el cruce de Casillas. Además, el desvío de buena parte de vehículos hacia Ronda de Levante por la avenida de Alicante complicó más aún la situación en una rotonda ya de por sí saturada como es la que da acceso a la avenida de la Fama. Finalmente, Primero de Mayo también experimentó un notable incremento en la densidad de su tráfico.

«Una hora para ir a trabajar»

«Una hora he tardado en llegar a trabajar; ¡vaya tela!», comentaba Diana, una vecina de la pedanía de Cobatillas que trabaja en una estación de servicio de Miguel Indurain, mientras tomaba fotos del socavón, al igual que otros vecinos. Vista la situación, no les queda otra a los conductores murcianos que suelen recorrer este punto que armarse de paciencia y salir con tiempo o buscar una ruta alternativa para su día a día. Y todo ello porque, además, las precarias previsiones que maneja ahora mismo el Ayuntamiento, a falta de un diagnóstico más preciso, son que la resolución de la incidencia no va a ser precisamente rápida ni sencilla.

Comentaba a LA VERDAD el concejal de Planificación Urbanística, Huerta y Medio Ambiente, Antonio Navarro Corchón, que las primeras exploraciones, realizadas mediante cámaras subterráneas, apuntan al desplazamiento de las dovelas que contienen las tierras en torno al colector de tres metros de diámetro que discurre bajo esta avenida, instalado en el año 2000 por la Comunidad Autónoma. En principio, este elemento habría cedido ante las tierras arcillosas y el nivel freático que caracteriza la zona. Esta circunstancia podría, asimismo, haber corroído la infraestructura hidráulica y de saneamiento, por lo que será necesario determinar su estado y si va a ser necesaria su sustitución.

Las primeras labores de los operarios han consistido en asegurar la estabilidad de las áreas adyacentes evitando la extensión del hundimiento, sobre todo teniendo en cuenta el efecto de posibles precipitaciones. A partir de ahí, ya se ha procedido a retirar el mortero de hormigón y tierra sobre el colector. No obstante, y a pesar de no conocerse el alcance exacto de la rotura, las previsiones son que estos trabajos precisen al menos de unas semanas «por su complejidad», precisa Navarro.

Hay que recordar que la rotura de una tubería en la Gran Vía, el pasado mes de marzo, mantuvo esta arteria urbana cerrada al tráfico durante una semana y que estos trabajos se vieron demorados, además, por cuestiones como las lluvias registradas en aquellos momentos y por la necesidad de realizar trabajos arqueológicos, dado que la muralla árabe pasaba junto a la conducción dañada. Sin embargo y, a pesar de estos percances, confirman desde el Consistorio que la avería de Miguel Indurain es mucho más compleja, por lo que el periodo de reparación será «sin duda» mayor. Paciencia y cambios de hábitos -con algún que otro rodeo-, para los conductores.