El restaurante de Jumilla donde comer el arroz perfecto

Jueves, 18 de diciembre 2025, 01:51

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El viaje desde Murcia capital a Arrocería Fuente del Pino son 50 minutos. Los actuales propietarios llevan unos cinco años al frente del restaurante tras estar otros tantos en Casa Elías (Chinorlet), uno de los mejores arroces de España, y después, una temporada en Cien, otro restaurante ubicado en la Sierra del Carche donde también se apostó con fuerza por los arroces secos, al más puro estilo de Alicante o Pinoso.

El cocinero y el jefe de sala son primos y, junto a un equipo bastante engrasado, ofrecen una serie de entrantes sencillos y deliciosos que pasan por las brasas. De hecho, en la carta tenemos posibilidad de tomar caracoles, embutido de Pinoso, mejillones, calamar, pulpo, entrecot y chuletas de cordero cocinados al fuego directo.

Como viene siendo costumbre en este tipo de restaurantes, nada más sentarme el camarero trae dos morteros pequeños con alioli y con tomate asado con un pan tostado que, posiblemente, sea de las pocas cosas que tienen capacidad de mejora en el local.

Además de unas buenas croquetas de jamón, con un sabor potente y un doble rebozado que las deja casi con una coraza más que con una capa de pan frito, me pido los dos fuera de carta que me ofrecen y que también pasan por las brasas. Níscalos y alcachofas. ¿Acaso hay dos productos mejores para pasarlos por el fuego? Tal y como me imaginaba, la cocina del restaurante no es que controle el punto de los arroces, sino que lo que domina es el fuego. Tersos y crujientes las setas y tostadas por las puntas y tiernas en el corazón las láminas de alcachofas. Por poner un ‘pero’, me da la sensación de que estos dos productos, en vez de ir por separado, bien podrían ir juntos. Por cierto, producto y sal. Nada más.

El nivel sube un peldaño con el plato de ‘rechigüelas’ -el peritoneo o redaños del cordero- con ajos tiernos y espárragos trigueros. Es cierto que unos ajos salteados le puedes encasquetar casi cualquier cosa y el resultado es tremendo, pero este plato de casquería debería de ser patrimonio de la humanidad. De hecho, fuera de nuestras fronteras ya se han dado cuenta y cada vez es más fácil encontrarlas en los restaurantes de alta cocina junto a otros platos como las mollejas, la lengua y demás productos de casquería.

Antes de que llegue el arroz me da tiempo a probar la gachamiga jumillana. A mí la que más me gusta es la de ajos y oruga -una hierba parecida a la rúcula- con una textura suave y delicada. En Fuente del Pino la pasan por la plancha y la dejan fina y crujiente por fuera y tierna por dentro. Otra historia.

El arroz lo pido de conejo y caracoles, pero puedes decantarte por los de secreto y verduras; solo de verduras; de marisco o negro.

Arroz bomba, azafrán, pimienta y un punto de clavo son los condimentos que utilizan. Punto perfecto de cocción y generoso en la carne y los caracoles. El sabor de estos arroces tan puros me recuerda casi al de un mantecado salado. La importancia de dejar que sea el conejo y los caracoles quienes den el sabor y no atiborrarlo de romero, tomillo, perejil o limón lo convierte en uno de los mejores arroces que he comido en mucho tiempo. A unos 20 euros por cabeza.

No me resisto a unas estupendas costillas a la brasa de gran tamaño con patatas fritas de bastón caseras y a un postre de souflé de tomate con una crema de natillas en el fondo que devora todo el sabor de la verdura. O sea, que podéis dejarlo pasar.

En definitiva, Fuente del Pino se convierte en uno de los principales referentes de las brasas y, sobre todo del arroz seco.

William Abrego

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