Trump agita el régimen venezolano tras bloquear su flota de petroleros fantasma

EE UU controla al 40% de los buques clandestinos venezolanos, pero su vigilancia se extiende paso a paso a los restantes. Hace una semana, el Departamento del Tesoro sancionó a seis navieras y se incautó en aguas internacionales del ‘Skipper’, un viejo amigo de la Guardia Costera con veinte años de antigüedad que antes llevaba crudo iraní. El impacto de la medida de fuerza tomada por Washington apenas ha afectado aún a los precios -el barril aumentó ayer dos dólares-, pero Trump confía en su efecto psicológico. El miedo.

Tras la incautación del ‘Skipper’, cuatro superpetroleros que navegaban hacia Venezuela para cargar crudo se dieron la vuelta antes de entrar en el campo de acción de la fuerza aeronaval estadounidense. Otra cisterna con bandera de Benín que llevaba 300.000 toneladas de nafta a las refinerías venezolanas se desvió hacia Europa. Más de 11 millones de barriles permanecen depositados en los puertos del país porque los buques no se atreven a salir. Y el temor ha conseguido que algunos operadores ya no trabajen con el régimen.

El «bloqueo completo» representa un radical aumento de la presión sobre el Gobierno de Nicolás Maduro, al que Trump golpea donde más le preocupa: el negocio del oro negro, que supone el 90% de las exportaciones del país caribeño. El 80% de las transacciones las realiza en el mercado negro, lo que da idea del impacto de una intervención sobre su flota oscura.

A raíz de la amenaza de Trump, el líder chavista ha ordenando a su Armada escoltar a los buques que transportan petróleo y derivados, según fuentes citadas por el ‘New York Times’. Los primeros barcos custodiados de que se tiene constancia no figuran, sin embargo, en la lista de sancionados por Estados Unidos. En caso de que dicha protección se extendiera a los que sí lo están, desde luego se elevaría el riesgo de enfrentamiento.

Maduro, que mantuvo ayer una conversación telefónica sobre la «escalada de amenazas» de EE UU con el secretario general de la ONU, António Guterres, ha respondido también con una demanda ante instancias internacionales por «piratería» y la convocatoria de un «poderoso congreso» en enero que girará sobre la defensa nacional y la denuncia de la «agresión multidimensional» de EE UU. En realidad, son gestos ante hechos, como este último del inquilino de la Casa Blanca, que en su mensaje de ayer añadió una clara advertencia militar: «Venezuela está completamente rodeada por la Armada más grande jamás reunida en la historia de Sudamérica». «Seguirá creciendo, y la conmoción que sentirán será como nunca antes». Trump envió esta declaración pocas horas después de que su fuerza militar bombardeara otras tres lanchas supuestamente cargadas de droga y asesinara a sus ocho tripulantes. La guerra contra el narco se ha cobrado ya 95 vidas.

La precisión del líder republicano sobre los petroleros «sancionados» deja a salvo a Chevron, la compañía con licencia del Gobierno estadounidense que envía el crudo venezolano a las refinerías de EE UU en el Golfo de México. La empresa ha publicado un comunicado en el que señala que continúa las exportaciones con normalidad.

Trump navega sobre aguas turbulentas. Su capacidad para incautarse de los buques-tanque es cuestionada desde instancias jurídicas e incluso entre los legisladores norteamericanos existen dudas de que pueda quedarse con los miles de barriles del ‘Skipper’, como pretende. Sin embargo, tanto el Departamento de Estado como el de la Guerra precisan que intervienen sobre navíos que en algún momento han trabajado con Irán, lo que los sitúa automáticamente al alcance de acciones punitivas.

Colombia se prepara

Por otro lado, el narco. En su declaración, Trump especificó ayer que el régimen chavista ha sido declarado como una organización terrorista que usa los ingresos del crudo en la financiación de actividades ilegales, entre las que citó «el narcoterrorismo, la trata de personas, el asesinato y el secuestro», autoarrogándose la capacidad de actuar en el marco de su guerra contra las drogas.

Tras una fase militar en la que ha bombardeado decenas de presuntas narcolanchas, la Casa Blanca abre un segundo frente y se concentra en sacudir la economía de Venezuela, una clásica vía para remover gobiernos y en este caso derrocar a Maduro. Su inflación es la mayor del mundo (556% en el último año) mientras el mercado negro del petróleo le reporta a Caracas el grueso de los ingresos nacionales. Los analistas predicen que el bloqueo hará que los precios de este comercio se disparen y generen una ola que afecte a sectores como la alimentación.

El cerco se estrecha en torno a Maduro. El refuerzo militar en la región es notorio. La sensación de que cualquier cosa puede suceder ha trascendido a la vecina Colombia, que se prepara para crear refugios y reforzar los pasos fronterizos para acoger a los venezolanos que huyan de una posible guerra. Al mismo tiempo, con Maduro en la diana de Trump, el presidente colombiano, Gustavo Petro, marca distancias con el líder bolivariano, al que ayer incluso llamó «dictador», un término que hasta ahora había evitado en público.