Denuncian a un vecino de León por convivir con una venada que «no se separa de mí»

Denuncian a un vecino de León por convivir con una venada que «no se separa de mí»

Lucía Gutiérrez

Viernes, 19 de diciembre 2025, 11:45

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La historia de Pepa y Javi podría ser perfectamente una de esas películas destinadas a convertirse en anécdota familiar, recuerdo para los nietos o incluso motivo de orgullo vecinal.

Sin embargo, para Javier, vecino de La Vecilla de Curueño, se ha transformado en un relato de tristeza e impotencia tras verse obligado a separarse de Pepa, una joven venada que llegó a su vida de forma espontánea y que hoy es considerada «una más de la familia».

Javier ha vivido toda su vida en esta localidad leonesa, donde regenta desde hace más de 35 años el conocido Bar El Cruce, un punto de encuentro habitual para los vecinos, según cuenta Leonoticias.

Una historia «de la nada»

Reconocido por su amabilidad y su sonrisa constante, siempre ha mantenido una estrecha relación con el campo y los animales. «Desde pequeño he sentido pasión por ellos», explica. Además de su trabajo en el bar, cuida varias ovejas como afición, dedicando a ellas buena parte de su tiempo libre. Con el paso de los años, su implicación en el campo fue en aumento, aunque nunca imaginó que acabaría creando un vínculo tan profundo como el que hoy le une a Pepa.

Según cuenta Leonoticias, todo comenzó en noviembre de 2024. Javier acudía a diario a una finca cercana para alimentar a sus cuatro ovejas cuando, en uno de los primeros días del invierno, observó algo diferente entre ellas: un animal sin lana blanca, de pelaje marrón y hocico fino. Aquella «oveja distinta» era en realidad una venada joven que había decidido entrar en la finca por voluntad propia.


Imágenes de Pepa al lado de Javier Alonso.


Lucía Gutiérrez

Imagen principal - Imágenes de Pepa al lado de Javier Alonso.

Imagen secundaria 1 - Imágenes de Pepa al lado de Javier Alonso.

Imagen secundaria 2 - Imágenes de Pepa al lado de Javier Alonso.

Pepa llegó sola, sin ser llamada ni retenida. Entraba y salía con total naturalidad, convivía con las ovejas y, poco a poco, se acostumbró a ese entorno. «Durante meses entraba y salía como si fuera una más», recuerda Javier. El vínculo creció sin forzarse: los vecinos, sus hijos y todo el pueblo se acostumbraron a verlos juntos. Quienes los observaban hablaban de una conexión especial, difícil de explicar.

Una denuncia que lo cambió todo

Pero en marzo de 2025 la situación dio un giro inesperado. La Guardia Civil acudió al domicilio de Javier tras tener constancia de la presencia de la venada y procedió a denunciarle en aplicación de la Ley 42/2007, que prohíbe la tenencia de animales silvestres como animales de compañía sin autorización administrativa.

Javier se vio obligado a cerrar las puertas de la finca a Pepa. Sin embargo, la separación no fue sencilla. La venada, expulsada del lugar donde había aprendido a vivir, decidió quedarse fuera, esperando. «Cada día la veo en la puerta, esperando a que salga», relata con tristeza. Incluso ha tenido que empezar a coger el coche para ir al bar, situado a pocos metros, para evitar que el animal le siga. «Va detrás de mí a todas partes y tengo miedo de que le pase algo», confiesa.

La denuncia llegó formalmente en septiembre de 2025. Desde entonces, Javier sabe que agentes medioambientales podrían acudir en cualquier momento para retirar al animal. «Es un momento en el que no quiero ni pensar», admite. Asegura que nunca ha impedido que Pepa se marche: «Yo no la he retenido, ella es libre, pero no quiere irse».

Fue Pepa quien eligió a Javier

A día de hoy, la imagen de Pepa esperando pacientemente a las puertas del bar mientras Javier atiende a los clientes se ha convertido en parte del paisaje cotidiano del pueblo. Siempre atenta a cada movimiento suyo, como si no entendiera por qué ya no puede estar a su lado.

Javier comprende que Pepa es un animal silvestre y que la ley es clara, pero no puede evitar el temor por su seguridad. «No quiero pensar en el día en que se la lleven, pero tampoco quiero que un coche acabe con su vida o que le pase algo peor», dice.

No fue Javier quien eligió a Pepa, fue Pepa quien eligió a Javier. Una situación compleja y dolorosa que enfrenta la letra de la ley con una realidad que, para quienes los conocen, resulta evidente.

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