Hallan muerto al autor del tiroteo masivo de la Universidad de Brown

La Policía cree que, a medida que se estrechaba el círculo sobre sus pasos, el sospechoso decidió que no lo cogerían vivo y se pegó un tiro. Su inexplicable reguero de sangre en Brown dejó dos estudiantes muertos en el auditorio de la bicentenaria universidad, nueve heridos y un profesor fallecido en otra ubicación, también portugués, al que asesinó en su casa de Brookline (Massachusetts).

Al conocer que Neves Valente se hizo residente legal de EE UU en 2017 gracias al programa Diversity Inmigrant Visa (DIV), que sortea 50.000 tarjetas de residencia anuales y en el que participan 23 millones de personas de todo el mundo cada año, el presidente Donald Trump ordenó su cancelación de un plumazo, informó en X la fiscal general Pam Bondi. Acababa así el sueño americano que implementase en los años noventa George H. Bush para fomentar la diversidad migratoria, al poder optar solo los ciudadanos de aquellos países con menos inmigrantes.

Neves Valente había estudiado brevemente un máster de Física en la universidad en la que se plantó el pasado sábado para matar estudiantes indiscriminadamente pero, de regreso a Portugal, participó en esta lotería anual con la aspiración de volver a EE UU, lo que consiguió hace ocho años. No lo hizo a la región de Nueva Inglaterra que ha tenido en jaque toda la semana, sino a Miami. Si hay algo más estremecedor que un tiroteo, es la alerta de «pistolero activo» que dieron las autoridades, mientras buscaban al autor. A finales del mes pasado alquiló una habitación de hotel en Boston y un coche con el que condujo hasta las inmediaciones de Brown para planificar su crimen.

Nadie le conocía. «John», identificado así, a secas, por la Policía, se lo encontró el sábado en los servicios del edificio de Ingeniería donde abrió fuego y le pareció tan sospechoso que decidió seguirle. Las fuerzas de seguridad solo han compartido el nombre de este informante, que fue fundamental para esclarecer el caso que tenía atemorizada a toda la región. «Deben buscar una matrícula de Florida», les dijo. El individuo «sabía lo que hacía, porque cambió de matrícula», contaron las autoridades en conferencia de prensa.

Falso detenido

John le siguió hasta el vehículo y le vio dando vueltas al edificio en labor de reconocimiento. «¿Por qué sigues merodeando por aquí, si tu coche está ahí aparcado?», le preguntó con el ceño fruncido. Neves Valente no se dejó intimidar. «¿Y por qué me sigues tú?». El informante no tuvo respuesta y se marchó, pero cuando horas después saltó la noticia del tiroteo, supo que sus sospechas eran fundadas. Por un momento pensó que se había equivocado, cuando la Policía dijo haber detenido al asesino en un hotel cercano, y el director del FBI, Kash Patel, de gatillo rápido en las redes sociales, saltó en X a congratular a las fuerzas del orden por su acción rápida y veloz.

Horas después tuvieron que liberarlo. Las imágenes de las cámaras de seguridad que distribuyeron coincidían con las que John tenía grabadas en la cabeza, aunque en la pantalla el sospechoso llevaba mascarilla. La misma con la que ocultó su rostro cuando entró el sábado en la clase que se celebraba en el auditorio, matando en el acto al uzbeko Mukhammad Aziz y a Ella Cook, una chica de Alabama de 19 años que, además de amar el piano, la danza y el francés, resultó ser la vicepresidenta de los Universitarios del Partido Republicano. «No hay palabras», dijo en X la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, al expresar sus condolencias a la familia.

Ahí es donde el tiroteo se volvió personal para Trump, quien en agosto desplegó la Guardia Nacional en Washington cuando un protegido de Elon Musk, dueño de X y Tesla, fue asaltado de madrugada, y el mes pasado canceló todos los visados y procesos migratorios de 19 países al saber que el autor de los disparos contra dos soldados era un refugiado afgano con problemas de salud mental. Esta vez no pudo echarle la culpa a su antecesor, Joe Biden, porque cuando Neves Valente entró al país en 2017 él era el presidente, aunque es cierto que ya en su primer mandato quiso terminar con ese programa.

La Policía intentará ahora, sin su ayuda póstuma, ordenar las piezas del rompecabezas que deberían esclarecer qué pasó en la cabeza del portugués. Si bien no conocía a ninguno de los estudiantes a los que obligó a esconderse entre los asientos mientras les llovían las cuarenta balas que disparó, todo indica que después fue específicamente a por el profesor Nuno Loureiro del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), un físico destacado, director del Centro de Fusión y Ciencias de Plasma, quien estudió con él en el Instituto Superior Técnico de Lisboa. Lo encontró el lunes en su apartamento de Brookline, al sur de Boston, y le metió tres disparos, de los que falleció al día siguiente en el hospital.

Cuando la Policía halló el cadáver de Neves Valente en un almacén, víctima de sus propios disparos, aún tenía encima las dos pistolas con las que perpetró sus crímenes. El resto queda en manos del FBI.