Viernes, 19 de diciembre 2025, 19:57
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El vertiginoso ritmo de vida actual, donde no hay tiempo para cocinar, y la tendencia a adquirir hábitos de vida cada vez más saludables hacen de las ensaladas el recurso más rápido y sano para alimentarnos diariamente. Pero si no hay tiempo para cocinar, menos para hacer la compra, que suele hacerse una vez a la semana. Llenamos el frigorífico el sábado y el viernes nos encontramos una lechuga marchita en el fondo del cajón de las verduras. ¿Qué hacer? Siguiendo con la tendencia en contra del desperdicio alimentario no podemos tirarla, existe un truco para revivir sus hojas tan sencillo y evidente que pensarás «¡cómo no se me había ocurrido antes!».
Verduras en el frigorífico
Es esencial seguir una serie de pautas para una correcta conservación de las verduras en la nevera. Internet está lleno de trucos que no siempre pueden ser efectivos o incluso pueden llegar a ser perjudiciales para la salud. Hay que tirar de sentido común y confiar en nuestros mayores, los consejos de nuestras madres suelen ser los más fiables.
En primer lugar se debe tener en cuenta la ubicación. Los frigoríficos suelen tener cajones destinados a las verduras en su parte inferior, que es la zona más fría. Y es muy importante guardar separadas frutas y verduras para evitar que el etileno que emiten algunas frutas acelere el deterioro de otras verduras.
Los recipientes también deben ser adecuados. Si vamos a guardar verduras frescas mejor hacerlo en bolsas perforadas, si las verduras ya están cortadas lo ideal es un táper hermético. Es mejor lavar las verduras justo en el momento en el que se vayan a consumir, si se guardan lavadas hay que asegurarse de que están bien secas.
Y por último y más importante, hay que seguir un orden de consumo preferente, para lo cual es conveniente colocar en la parte delantera de la nevera lo que debe comerse primero. A este método de gestión se le llama FIFO («First In, First Out», primero en entrar, primero en salir), fundamental en almacenes y restaurantes.
Cómo conservar la lechuga
En el caso concreto de la lechuga, el método más eficiente es lavar hoja por hoja, secarlas y meterlas en un recipiente hermético con papel de cocina. Antes de lavarla hay que quitar las hojas dañadas o podridas para que no perjudiquen al resto. El papel de cocina atrapa el exceso de humedad evitando que las hojas se estropeen. También se pueden dejar sin lavar en una bolsa de plástico con papel absorbente y dejar la limpieza para el momento justo de su consumo, ya que cortarlas puede acelerar su deterioro.
Truco para la lechuga mustia
Si a pesar de seguir estas indicaciones las lechugas se ponen mustias hay una solución para recuperarlas y poder usarlas para preparar ensaladas. Puede que el papel de cocina absorba demasiada humedad y las hojas dejen de estar tersas y presenten una textura blanda y marchita. El truco para recuperarlas es muy sencillo, hay que ponerlas a remojo. Si ponemos en un bol agua fría y las metemos dentro durante un rato volverán a rehidratarse y recuperarán su textura tersa y crujiente. Si además añadimos hielo al agua y una patata pelada cortada en trozos este truco será aún más efectivo, ya que la patata ayuda a absorber la humedad. También se pueden añadir unas gotas de vinagre o de limón al agua fría para un extra de frescura y eliminar olores.
Tras un rato metidas en agua fría las lechugas recuperarán su frescor y podremos utilizarlas para hacer nuestras ensaladas preferidas. De esta forma contribuiremos a erradicar el desperdicio alimentario y nuestra compra semanal será más eficiente.
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Enlace de origen : Lechuga mustia: el sencillo truco para recuperar sus hojas y poder usarlas en una ensalada
