«Llegué a Murcia como el Richard Gere, para encender el árbol», cuenta Francisco después de acabar el mantenimiento habitual de cada mañana junto a … su autocaravana. Este jubilado de la Costa Brava, en Cataluña, lleva nueve meses viajando por España con su esposa, Encarnación. Habla de su vehículo: «Es mi casa», explica mientras disfruta de una cálida mañana de diciembre acompañado de sus dos hijos, Sergio y Daniel. Tal vez no sea la postal navideña con un paisaje invernal cubierto de nieve que cualquiera podría imaginar. Sin embargo, también hay quien opta por vivir estas fiestas así, sobre ruedas. Es el caso de las decenas de personas estacionadas con sus autocaravanas en la zona acondicionada para ello junto al centro comercial Thader. Buscan sol, tranquilidad y libertad. Pero la Navidad también llega a esta porción de asfalto. Basta para verlo con un paseo entre las hileras de casas portátiles aparcadas en filas ordenadas: abetos, guirnaldas, espumillones, ornamentos con forma de bola y estrella, calcetines y bastones de caramelo, belenes, faroles, tiras de luces led y un amplio muestrario de representaciones de Santa Claus, ya sea en figura o serigrafiados. En algunas autocaravanas, basta con la presencia de una Flor de Pascua y, en otras, la decoración navideña brilla por su ausencia (tampoco pasa nada).
Para José Miguel y su esposa Fonsi, va a ser la cuarta Navidad que pasan en Murcia. Este navarro de 70 años lleva desde los 80 recorriéndose el mundo en autocaravana y, desde hace un tiempo, cuando llega el mes de septiembre emprenden ruta por España hasta hacer esta parada en la Región antes de continuar hacia el sur. «Hemos visto Lorca, Puerto Lumbreras, Cartagena, Caravaca y, este año, por primera vez, nos hemos acercado a ver el Cristo de Monteagudo». Su siguiente escapada antes de seguir hacia el sur será a La Unión. Con ellos viaja también su perro, Andy, que remolonea y juguetea junto a sus dueños mientras desayunan.
Una flor de Pascua decora la autocaravana de Fonsi y José Miguel.
Vicente Vicéns / AGM
El caso de Francisco y Encarnación demuestra que también se puede vivir estas fiestas en familia y en la carretera. Sus dos hijos, Daniel y Sergio, decidieron viajar al encuentro de sus padres en otra autocaravana de uno de ellos. «Como familia, no importa el sitio –cuenta Sergio–, sino vernos estos días». Para ellos, es la primera vez que pasarán la Navidad de esta forma. Francisco cuenta que conoció Murcia «cuando era en blanco y negro» y que ahora, «en color», le ha asombrado. Por el momento, enumera también parte de la gastronomía que ya ha tenido la oportunidad de probar y que le hace salivar mientras habla, desde un bacalao encebollado a las marineras, por supuesto. Su familia no quiere dejar Murcia sin probar los paparajotes.
Zona de estacionamiento de autocaravanas en el centro comercial Thader, en Murcia.
Vicente Vicéns / AGM
Nómadas e internacionales
Por las calles de este estacionamiento, hay bicicletas, mesas y sillas plegables, paneles solares para cargar baterías… La flexibilidad y la gratuidad de la zona estacionamiento, la proximidad a centros comerciales donde aprovisionarse y el fácil acceso a las vías de comunicación que llevan hacia Levante, Andalucía o al interior del país hacen de este enclave un punto habitual para los autocaravanistas, sobre todo de fuera de España. Buena parte son de origen extranjero: franceses, belgas, holandeses, alemanes… y muy pocos de ellos dominan el español. Anita, de Países Bajos, chapurrea el español lo suficiente como para ejercer de intérprete improvisada entre sus compatriotas. Como ella, la mayoría han encontrado en la jubilación el momento perfecto para abrazar este nomadismo. «Cuando llega el invierno, vienen aquí por el sol. El sol les alegra», dice esta mujer. Por eso, les basta con una mañana cálida y radiante y una tumbona frente a su hogar itinerante.
Frans Ordelman, de Países Bajos, muestra el pequeño belén que decora su vehículo.
Vicente Vicéns / AGM
Alicante y Almería son otros de los destinos por los que suelen optar en esta estación. Hasta la provincia andaluza es donde encaminarán en unos días su rumbo Ghislaine Prenen y su marido Johnny Stienaers, de Bélgica. Un pequeño abeto está colocado en la parte frontal del vehículo, tras el parabrisas, junto a un calcetín para Papá Noel y otros ornamentos. En casa de Frans Ordelman, un pequeño belén y otro árbol en miniatura preside la mesa de esta familia neerlandesa.
A la mesa
De esta forma han pasado Nochebuena y Navidad en Murcia, lejos de cualquier convencionalismo. José Miguel explica que se avitualló de cigalas y chuletas de cordero para la cena del día 24 en uno de los hipermercados que tiene a tiro de piedra. Lo acompañará de unos espárragos («de Navarra, claro», puntualiza) y todo acompañado de un vino de La Rioja alavesa. De postre, melón con jamón.
Francisco, en el centro, junto a sus hijos Sergio y Daniel.
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Por su parte, Francisco, que ha estado profesionalmente vinculado a la hostelería toda su vida, optará por algo que tal vez sea menos navideño pero gusta por igual a sus hijos: «Un arroz, o una fideuá. Mis hijos vienen por muchas cosas, pero también por eso». Para esta familia, da igual dónde estén, o qué sirven a la mesa, siempre y cuando se trate de algo que les una y puedan compartirlo juntos.

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