‘Rondallas’: la música y la comunidad como elementos sanadores

‘Rondallas’: la música y la comunidad como elementos sanadores

Miércoles, 31 de diciembre 2025, 00:09

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El luto y el dolor impregnan los primeros compases de ‘Rondallas’, la cinta que llega el primer día del año a las salas de cine españolas. Hace dos años, un barco pesquero naufragó y varios de sus tripulantes, incluido el patrón, fallecieron ahogados bajo el agua en un suceso que conmocionó a un pequeño pueblo marinero de Galicia. Luis, su segundo de abordo y su mejor amigo, al que da vida Javier Gutiérrez, decide que ya es hora de homenajear a quienes perdieron la vida y para ello tratará de levantar de nuevo la rondalla, una agrupación de música tradicional en la que participan desde niños hasta ancianos, para competir en el concurso navideño anual. Sus vecinos no se lo pondrán fácil, especialmente Andrea (Judith Fernández), la hija del que era su mejor amigo, que no ve con buenos ojos que su madre Carmen (María Vázquez) haya iniciado una relación con él, pero poco a poco los esfuerzos del que era también su mejor amigo verán su recompensa.

Es la sinopsis de la nueva película de Daniel Sánchez Arévalo, una comedia muy musical en la que lo emocional tiene suma importancia. No en vano, confiesa Arévalo que el tono fue «difícil» de encontrar. «Siempre estás en una delgada línea que te puede lleva a un extremo o al otro. Yo intento no forzar la comedia ni el drama y que todo surja de la manera más natural posible. Al final es un trabajo que no termina hasta el montaje», explica el director de títulos como ‘Primos’ o ‘AzulOscuroCasiNegro’.

Afortunadamente, la historia es tan coral, que daba al guionista y director la posibilidad de manejar muchos hilos. Por ejemplo, que la pareja joven de la película, a la que interpretan con gracejo y naturalidad Judith Fernández y Fer Fraga, encarnara una suerte de comedia romántica en la que las emociones, los sentimientos e incluso la salud mental tienen su hueco. O que la parte más cómica la condujeran Tamar Novas, Xosé A. Touriñán y Carlos Blanco. Los primeros se meten en la piel de Xoel y Xavi, dos hermanos guardias rurales que hasta ahora lo han hecho todo juntos. Cuando Xoel descubra que Xavi se ha ido como abanderado a la rondalla de otra localidad, pedirá ayuda a Yayo (Blanco), que perdió la pierna en el accidente del navío y vive ahora alcoholizado. Todo sin olvidar la historia que protagonizan Luis y Carmen, «que tratan de rehacer un amor tras una pérdida tan grande». A su lado, Javier Gutiérrez hace hincapié en la paradoja que encierra este último punto. «A mí, que soy un actor que ha hecho mucha comedia, llevar junto a María el peso del drama de la película no me encajaba, pero ha sido muy placentero y gozoso y lo he disfrutado mucho», cuenta el actor.


Un fotograma de la película, una imagen del rodaje y Tamar Novas y Xosé A. Touriñán, en un fotograma.


Manuel Fernández-Valdés

Imagen principal - Un fotograma de la película, una imagen del rodaje y Tamar Novas y Xosé A. Touriñán, en un fotograma.

Imagen secundaria 1 - Un fotograma de la película, una imagen del rodaje y Tamar Novas y Xosé A. Touriñán, en un fotograma.

Imagen secundaria 2 - Un fotograma de la película, una imagen del rodaje y Tamar Novas y Xosé A. Touriñán, en un fotograma.

La tragedia del navío que sobrevuela toda la cinta lleva inevitablemente a pensar en el Villa de Pitanxo, que se hundió en la costa de Terranova y Labrador, en febrero del pasado año. No fue, sin embargo, el primer acicate de esta historia. «Fue un vídeo de YouTube que me enseñó Ramón Campos, productor y amigo: se trataba de la rondalla de Santa Eulalia de Mos versionando el ‘Thunderstruck’ de ACDC. Esa mezcla de folclore, tradición y rock me volvieron loco», explica Sánchez Arévalo. Tal es así que el cineasta se puso en contacto con Dani Burgos, el director de la rondalla, y acudió a uno de sus ensayos. Ese fue el punto de inflexión: «Había más de cien personas, desde niños y niñas muy pequeñitos, hasta gente muy mayor, y me enamoré de la energía, de esa sensación de comunidad, de pertenencia, de ser parte de algo, y todo por amor a la música y a la tradición».

Una invitación a confiar en lo colectivo

Pero había que contar una historia y ahí fue cuando entró en juego la idea de ambientarla en un pueblo de costa y acabó investigando el naufragió del Villa de Pitanxo y de otros barcos pesqueros. «Intenté ser muy respetuoso con los procesos, que son muy largos y duran años, y lo que todo eso puede generar en la población, en las víctimas, en el estigma y la incertidumbre en torno a quién puede ser el responsable…». Sánchez Arévalo cogió de aquí y de allá para dar forma a una historia en la que subyace que la música y la comunidad acaban sanando. «Creo que nos hemos olvidado de eso. Nos han abocado en esta sociedad tan deshumanizada e individualista a pensar poco en el otro y esta película invita a confiar en lo colectivo, en el grupo en lo comunitario», apunta Gutiérrez.

Suya es la culpa de que María Vázquez se meta en la piel de su pareja. «Él me propuso a mí y se lo agradezco un montón», señala la actriz, que trabajó con ahínco durante dos meses para formar parte, aunque fuera durante unas pocas semanas, de la rondalla que nutre la película. «Fue bastante natural, dentro de que trabajamos mucho. A mí me gusta mucho la música tracidional gallega y también cuando se mezcla y se hacen versiones. Es un universo que yo llevo en la sangre, porque soy de una zona de Lugo donde estos sonidos pegan fuerte. Lo disfruto mucho, pero tampoco es que lo haga muy bien, solo para que cuele», reconoce entre risas. «Pasamos la prueba, que es convencerlos a ellos porque era el público más exigente y el juez mas duro. Acabaron aceptándonos y ha sido hermoso ver cómo ellos adoptaban el rol de actores y nosotros, el de músicos, aunque eran mas duros ellos con nosotros», deja caer Gutiérrez.


Fer Fraga y Judith Fernández.

El resultado es una suerte de ‘Rocky’ que cambia los entrenamientos del mítico boxeador, encarnado por Sylvester Stallone, por los espectaculares ensayos con formaciones de más de cien personas, unas secuencias que Sánchez Arévalo rodó como si filmara un evento deportivo. «Teníamos varias cámaras y yo, con unos cascos, hablaba con los operadores y los foquistas. Teníamos zoom, tele… Decidí rodarlo con cierta distancia, para dejarles espacio y que no sintieran que la cámara estaba encima de ellos todo el rato». Los miembros de las rondallas que participaron en la película asistieron a un pase y «la sintieron suya. Fue precioso», explica el realizador. Días antes, Sánchez Arévalo organizó un pase con un premontaje y, al terminar, David Serrano, responsable de títulos como ‘Voy a pasármelo bien’ y ‘Días de fútbol’, le dijo que había hecho una película «muy gallega». «Me pareció un piropazo», dice el director.

«Marca España es esto. No es poner una bandera cuanto más grande mejor, en la terraza de tu casa, sino esto: el pensar que un catalán pueda emocionarse con la rondalla, o nosotros viendo ‘Pubertat’ o ‘Alcarràs’»

Javier Gutiérrez

Lo cierto es que hace diez o quince años una película así hubiese sido harto difícil. «Sí, pedían cosas como muy deslocalizadas. Habría que preguntarle a los productores, que igual no confiaban en que si algo es tan localista, trascienda. Pero yo creo que si tú cuentas una buena historia, lo hace», argumenta Vázquez. «Es que nuestra tradición, nuestra cultura, es del resto también, es de todos, y es maravilloso difundirla y decir que las rondallas también son de los catalanes, de los vascos y de los aragoneses», continúa la actriz. «Marca España es esto. No es poner una bandera cuanto más grande mejor, en la terraza de tu casa, sino esto: el pensar que un catalán pueda emocionarse con la rondalla, o nosotros viendo ‘Pubertat’ o ‘Alcarràs’. A mí esto es lo que me provoca un sentimiento nacionalista. Creo que ahora estamos más abiertos a esta cosa plurinacional y cada vez nos vamos sacudiendo más los complejos», concluye Gutiérrez.

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