Ureña corta dos orejas en su reencuentro con Bilbao

Ureña corta dos orejas en su reencuentro con Bilbao

El diestro lorquino Paco Ureña, durante el festejo taurino de la Feria de Bilbao de este viernes. / EFE

La entrega y la verdad del lorquino vuelven a conquistar a una de sus plazas fetiche

Después del terremoto Roca Rey del jueves, que hizo temblar de emociones los cimientos del nuevo BIVA (así llaman ahora, tras su reforma, al coso de Vista Alegre), en una tarde de triunfo cabal en la que el peruano fue cogido por sus toros y pasó la noche en el hospital, Andrés tuvo que ser sustituido la tarde del viernes, en la que no pudo comparecer en Bilbao por segunda tarde consecutiva a causa de la paliza y una rodilla maltrecha. Su puesto lo ocupó Talavante, que llegó a la plaza con la hora pasada.

Tuvo memoria la afición de Bilbao, que lleva dos días dando color a la plaza después de paupérrimas entradas los primeros días de Semana Grande. Recibió con una ovación a Ureña, en recuerdo a su gran triunfo de 2019, y el de Lorca compartió el cariñoso recibimiento con Morante y Talavante.

La corrida

  • Plaza de toros de Bilbao.
    Semana Grande. Cerca de tres cuartos de entrada.

  • Ganadería.
    Toros de Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto.

  • Morante de la Puebla
    (de tabaco e hilo blanco), ovación con saludos y división de opiniones.

  • Alejandro Talavante
    (de marino y oro), oreja y silencio.

  • Paco Ureña
    (de rioja y oro), oreja con fuerte petición de la segunda y oreja.

  • Observaciones.
    El banderillero Azuquita, cogido por el tercero, fue trasladado al Hospital con posible fractura de costillas. Ureña pasó a la enfermería tras lidiar al tercero y al final de la corrida, donde se le exploró una cornada interna, de la que fue intervenido.

Comenzó la corrida con un toro noblote, al que le faltaron finales y al que Morante cuajó varias verónicas bellísimas y toreó con muleta de seda dejando detalles de gusto y torería.

Buen toro fue el segundo del festejo, con el que Talavante, que se ganó la sustitución por su actuación del día 24, día en que salió a hombros, se expresó en una faena bien iniciada en el tercio, con pase cambiado incluido, y presidida por las formas suaves y la templanza, queriendo torear muy despacio, sin regalos para la galería. La estocada, que cayó arriba, precisó del remate con el verduguillo, lo que no impidió al extremeño pasear el primer trofeo de la tarde.

Misterio se llamó el tercero, con el hierro de La Ventana del Puerto. Toro amplio y alto, hecho hacia delante. Le ganó pasos Ureña en el saludo de capa, bien rematado con la media. No se desplazó el toro, que salió huyendo del caballo en los dos encuentros. Sin apenas picar, Ureña pidió el cambio de tercio. Crudo y sin definir llegó al tercio de banderillas donde perdonó al subalterno Azuquita, al que prendió y tuvo a merced contra las tablas, y puso en serios aprietos a Agustín de Espartinas. Misterio ya no tenía tal y cantaba sus complicaciones a las claras. No le importó a Ureña, que brindó desde los medios y con poderío se dobló por abajo con el de La Ventana. Le aguantó el diestro las coladas y el genio, anclando las zapatillas, y con menos limpieza que entrega fue robando los muletazos. Más riesgo asumió al natural, con el toro embistiendo a tornillazos y se arrebató al volver a la diestra en una tanda en la que se jugó la cornada y que llegó al tendido. La cogida, que se mascó toda la faena, llegó en un pitonazo seco al cobrar el volapié. La sinceridad de Ureña fue premiada con una oreja de muchísimo peso. Se le pidió con mucha fuerza la segunda y el personal se entregó con el diestro en una vuelta al ruedo en la que el gesto de dolor marcaba la faz del lorquino, que pasó a la enfermería concluido el paseo a la circunferencia.

Otro de La Ventana del Puerto hizo de cuarto. Este fue un colorado de buenas hechuras, que luego no se correspondieron con el fondo. Morante, que firmó unos ayudados con sabor en el inicio de faena, comprobó pronto que no había opción de triunfo, abrevió y se quitó de en medio a su oponente con una estocada habilidosa.

Amplió fue el quinto de Puerto de San Lorenzo, toro que se desplazó en los primeros tercios. Brindó al público Talavante y con elegancia comenzó su faena por alto. Tuvo temple el toro salmantino y también lo tuvo Alejandro en su mano izquierda. Faena de caricias, de convencer más que obligar a la res, que devino a menos al pararse el astado.

En ese momento quedaba la duda si Ureña saldría o no de la enfermería. El de Lorca compareció en el ruedo para recibir al último toro de la tarde. 615 kilos de toro fue Campanero. Protestado por mal andado, lo mantuvo en el ruedo el usía. Buen comienzo de faena firmó Ureña, por estatuarios, aunque la faena tomó vuelos al natural. Dos series con la derecha, de mucha entrega, dieron paso al toreo de más cercanías y al cénit de su faena, que supuso una tanda de naturales con la derecha. Los ayudados por abajo, con la pierna flexionada para cuadrar, tuvieron expresión, y la estocada fue cobrada a ley. Gritos de «¡Paco, Paco!» surgieron de las gradas junto a la petición de oreja. Suma ya nueve en Bilbao.

Tras la vuelta al ruedo pasó a la enfermería para ser intervenido de una cornada interna, que la raza de este torero hizo imperceptible para el público.

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