Descubre lo que se esconde en las obras del Thyssen

Descubre lo que se esconde en las obras del Thyssen

Fue Guillermo Solana, historiador del arte y director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza, quien se adentró en este fascinante mundo oculto y a menudo imperceptible. Su sagaz mirada escudriñó la fabulosa colección Thyssen con otro prisma y halló un buen puñado de signos y guiños astrológicos, espiritistas, alquímicos, teosóficos o parapsicológicos en los cuadros del museo que ha querido compartir con el espectador. Nos muestra lo que siempre estuvo ahí pero no acertábamos a ver. «Son 59 obras, pero podían ser cien», ha dicho Solana, comisario de la atractiva e insólita exposición que halló muchas más referencias de las que imaginó.

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Espiritismo

Paul Delvaux, ‘El viaducto’, 1963

En un escenario suburbano e industrial, Delvaux crea una atmósfera onírica jugando con las luces artificiales en la noche. El misterio culmina en la esquina más cercana, bajo la marquesina y la bombilla, donde un espejo apoyado contra la pared se convierte en un portal a otro mundo. En él se reflejan una mesita con tapete y una lámpara de petróleo. El pintor belga asociaba estos objetos con recuerdos de su infancia: «Mi abuela se ponía las gafas para leer el periódico a la luz de la lámpara que acababa de encender, era un poema, un momento mágico. […] Cuando enciendes una lámpara de petróleo, deja parte de la habitación en sombra, lo que resulta aún más misterioso».

Edvard Munch, ‘Atardecer’, 1888

En 1902, Munch realizó una serie de fotografías en las que utilizaba técnicas que consistían en mover la cámara o usar doble exposición (técnica habitual en la fotografía espiritista). Mediante estos recursos, algunos retratados se volvían transparentes como fantasmas. En esta pintura sucede algo similar: la figura de Laura (hermana de Munch), sentada y mirando al horizonte, convive con los restos de la figura borrada de su otra hermana, Inger, de pie en el centro del cuadro, elemento que es visible mediante la radiografía que se hizo de la pintura.

Sueños, oráculos y premoniciones

Paul Delvaux, ‘Mujer ante el espejo’, 1936

Se ha relacionado esta obra de Paul Delvaux con el Edipo y la esfinge de Ingres: el busto del espejo se prolonga en dos bandas de encaje que recuerdan a las patas delanteras de la esfinge, y al fondo se distingue la misma estrecha abertura al cielo entre las paredes de roca.

La mujer de aire abstraído, quizá sonámbulo, se confronta en la gruta a otra mujer que es su propia imagen en el espejo. Delvaux subvierte el mito y redobla el enigma; no es Edipo el que combate con la esfinge, sino la misma esfinge quien se interroga a sí misma.

Francis Bacon, ‘Retrato de George Dyer en un espejo’, 1968

Francis Bacon conoció a George Dyer en 1963 y mantuvieron una larga e intensa relación amorosa que concluyó de forma dramática y catastrófica. En 1971, Dyer fue encontrado muerto por sobredosis de drogas y alcohol.

Un íntimo amigo y biógrafo de Bacon, Michael Peppiatt, escribió que después de la muerte de Dyer observó un carácter premonitorio en pinturas como esta: «Dyer se vuelve con tal violencia que sus facciones se proyectan en el espejo como una máscara desgarrada, dejando sobre sus hombros solo el muñón de una cabeza».

Max Ernst, ‘Árbol solitario y árboles conyugales’, 1940

El «árbol solitario» del título es sin duda el árbol verde de la derecha y los «árboles conyugales» la masa de la izquierda, formada por dos cipreses recostados uno sobre otro. Es la imagen de las «bodas químicas» que había aparecido ya en otras obras de Max Ernst. En la alquimia, la cópula de hombre y mujer simboliza la unión del mercurio (femenino) y el azufre (masculino), un paso crucial en la transmutación de los metales bajos.

Astrología

Georgia O’Keeffe, ‘Calle de Nueva York con luna’, 1925

La luna llena asoma entre nubes; la farola con aura es como un segundo astro y el disco rojo del semáforo parece coincidir con la posición del sol oculto. Luna, farola y disco, al alinearse, tienden un puente misterioso entre cielo y tierra. Se denomina sizigia a la alineación de tres cuerpos celestes, especialmente de la luna, la tierra y el sol. La sizigia provoca las mareas vivas (durante la luna llena) y muertas (con luna nueva), cuando el océano sube más y baja menos que la media. Esta pintura evoca los diagramas que representan las mareas vivas de sizigia, con la luna arriba, la tierra en medio y el sol abajo.

Demonología

José de Ribera, ‘La piedad’, 1633

Entre los pliegues del sudario hay un inquietante ojo que nos mira. Lo descubrió una vigilante de sala del museo a quien se lo había mostrado otro vigilante. La radiografía y la fotografía ultravioleta muestran que la pintura no ha sido alterada en esa zona, que fue Ribera quien puso ahí ese ojo escondido.

Doble recorrido por unos territorios ignotos e incómodos que han abierto nuevas sendas a la interpretación del arte

«Lo oculto recorre la historia del arte y todos los géneros. Pero hasta los años 80 la relación entre el arte y ocultismo se consideró un tema incómodo, cuando no sospechoso», explica Solana, responsable de una muestra tan insólita como interesante. Un recorrido por la historia de las prácticas y creencias paranormales que discurre paralela a la de la religión y que a veces confluyen. Una relación que hasta hace nada era ignorada por los expertos.

Según Guillermo Solana, todo cambió en 1986 con ‘The spiritual in art: abstract painting 1890-1985’, muestra organizada por Maurice Tuchman en Los Ángeles. A partir de entonces algunso museso han revisado sus fondos y organizado exposiciones sobre arte y esoterismo que según Solana «ofrecen nuevas miradas sobre sus colecciones». Así El Metropolitan de Nueva York. acogió en 2005 ‘The perfect medium. Photography and the occult’, el Instituto de Arte de Minneapolis montó en 2021 ‘Supernatural America. The paranormal in american art’ y el Guggenheim de Venecia acogió el año pasado ‘Surrealism and magic: enchanted modernity’.

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