El cementerio de Nuestro Padre Jesús de Espinardo vive Todos los Santos con la menor afluencia en años

El cementerio de Nuestro Padre Jesús de Espinardo vive Todos los Santos con la menor afluencia en años

Bajo un día caluroso atípico en estas fechas que casi nadie recuerda, muchos vecinos de Murcia se acercaron desde primera hora de este miércoles de manera constante al cementerio de Nuestro Padre de Jesús de Espinardo para rememorar a sus seres queridos fallecidos. El tránsito incesante de los vehículos vaticinaba un día con aglomeraciones para celebrar la tradicional visita al camposanto en este día señalado. Sin embargo, la afluencia cayó por primera vez en muchos años, aseguraron fuentes de administración de la necrópolis. «Hubo muchísima gente que ha estado viniendo desde hace una semana, sobre todo, ayer (martes)», señalaron las mismas fuentes. Explicaron que se debe a que la gente prefiere evitar problemas a la hora de aparcar, pero también a que los visitantes se han concienciado de que «se trata de un día ajetreado».

Para otras personas esta tradición es sagrada. Ramona Iniesta, junto a sus dos hermanas, llevan visitando a su padre desde hace casi 60 años, al que se unió su madre, una popular pescadera del mercado de Verónicas, conocida como Juana Herrera ‘La del Pulpo’. «Venimos varias veces al año, pero nunca hemos dejado de venir durante esta fecha», contaba Iniesta, que había comprado un surtido colorido de flores, una mezcla entre claveles y margaritas. «A mi madre le encantaban los claveles rojos, así que siempre les compramos unos», remarcó esta abuela, acompañada de su hija.

A pocos metros, una mujer erguida con rostro afligido sollozaba en silencio al lado de la tumba -con rosas a rebosar- de su esposo, que falleció hace dos años. «Es un día muy triste, en el que no dejaría de llorar; vendría todos los días para estar más cerca de mi difunto marido», confesó Rocío Utreras, que reveló que le habla a su marido nada más contemplar su fotografía. «Sé que está con Dios», afirmó esta señora, junto a su hijo. En la fila contigua, Gema de Gea limpiaba la sepultura donde se encuentra su madre, que murió hace escasos 10 meses. «Es una tradición que no hemos dejado de hacer; siempre he visitado a mi padre, mis padrinos, mis abuelos», relató esta mujer rayana en los cincuenta. También muy cerca, Isabel Rodríguez reveló que, desde que falleció su padre hace 33 años, tampoco ha faltado ningún año. «Nos duele esta fecha, pero la asumimos con el máximo recuerdo», explicó esta mujer que también evoca a su marido, fallecido hace 23 años. «Cada año cambiamos las flores, nunca sabemos cuáles poner; pero al final nos decantamos por unas naturales y otras artificiales», prosiguió Rodríguez.

Celebración de la tradicional misa del Día de Todos los Santos en el cementerio de Espinardo.

Celebración de la tradicional misa del Día de Todos los Santos en el cementerio de Espinardo.


Ros Caval / AGM


«Ganar un durico»

A la entrada del lugar de descanso eterno, se posicionaron las casetas de venta de flores que no dejaron de vender tras el continuo trasiego de gente que deja la compra a última hora. Desde buqués con colores vivos hasta tarrinas se apilaban en sus estantes. «Los ramos variados están siendo los más requeridos, mientras que la venta de rosas y claveles ha bajado, sobre todo de importación por su alto coste», aseguró José Martínez, propietario de Juan Simón Floristas. Antes, una señora que le había comprado flores había dicho que el coste no concordaba con la calidad. «También estamos expuestos a las condiciones climatológicas, al igual que los cultivos», explicó Martínez, al mismo tiempo que incidió en que han puesto los precios para todos los bolsillos con ramos desde 5 a 15 euros. En cambio, nota que la gente compra menos, pese a percibir una mayor afluencia de compradores porque cree que la gente tiene menos poder adquisitivo. «Hasta hemos regalado unas margaritas a una mujer mayor porque no le alcanzaba», agregó Martínez, que aconseja poner unas gotas de lejía al recipiente de las flores para eliminar cualquier tipo de bacterias e insectos y así ayudar a conservarlas más tiempo.

En la floristería de al lado, Viveros de Cieza, indicaron que han tenido que subir los precios entre dos y tres euros a las flores. «Nos cuesta vender tarrinas porque están por los 50 euros, pero sí que la gente se lleva claveles y radiolos por unos 8 o 9 euros», destacó Miriam Sánchez. A su lado, se hallaba José, un mercader que había comprado junto a otros miembros de su familia unos ramos en Alhama de Murcia, que vende a un precio más bajo consciente de que el jueves ya nadie las adquirirá. «Siempre digo a todo el mundo: ¿qué no ha subido? Las flores también», subrayó José, antes de confesar, siempre con una sonrisa en su rostro, que «estos días son de ganar un durico».

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