Cartagena llora la pérdida del pintor Antonio Barceló Ballester

Cartagena llora la pérdida del pintor Antonio Barceló Ballester

El veterano pintor cartagenero Antonio Barceló Ballester, fallecido a los 81 años el pasado 27 de noviembre de un infarto, se marchó con la misma discreción con que vivió, y sin renunciar a su mayor pasión, la pintura, a la que se entregó hasta el último momento. «Nunca me cansaré de pintar», declaró a LA VERDAD en 2016 al periodista y «comentarista de arte» Pedro Soler. Este año 2023 la galería de arte Orfila de Madrid acogió ‘La piel del color’, una muestra con su técnica de textiles en la que empleaba telas «convenientemente manchadas por pintura acrílica». Naranjas, mandarinas, limones, manzanas, granadas y otras frutas recortadas y convertidas en piel de color sobre los lienzos. Una aventura en la que, reconoció, se olvidó de los maestros de la pintura y optó por contar de una forma sencilla, pero con rotundidad, «un tema más personal».

Cuando se marcha un artista con él también se pierde una forma de pensar, de sentir y de plasmar. La obra de Barceló Ballester, que mostró a lo largo de una amplia trayectoria en más de una treintena de exposiciones individuales, exploró tanto la pintura «pura y dura», como el óleo, como la técnica del textil, [que llamaba así para diferenciarla del collage que también hizo en otro tiempo con papel], «porque estos son collages hechos con telas, simplemente manchadas y pegadas y, a veces, también con pinturas incorporadas». En estos textiles textiles llevaba trabajando desde hace quince años: «Cuando uno se pone a pintar o cuando decide cambiar, la inspiración no viene con la musa que entra por la ventana, como en un dibujo animado. Como decía Picasso, la inspiración debe llegar trabajando. Las ideas sí llegan continuamente, pero luego hay que concretarlas. Y no es tan fácil volcarlas en un cuadro. Suelen costar mucho, aunque, si eres persistente, al final das con la clave».

Pasión por la arqueología

Su primera exposición en Cartagena fue frente al Teatro Romano, y la dedicó a la arqueología, uno de sus temas preferidos, y al que siempre recurrió: «Desde entonces, trabajo mucho los cacharros de plata o las jarras de bronce», reconocía sobre su inclinación por los objetos. «Han tenido que pasar milenios para hallar restos que nunca habían aparecido».

Era admirador de Rembrandt, Picasso, Modigliani, Cézanne, Matisse, Kandinsky, Klee, Rembrant, Arcimboldo, Velázquez o Zurbarán, a quienes homenajeó en múltiples ocasiones. De Picasso, por ejemplo, valoró su «delicadeza extraordinaria», a pesar del feísmo.

Antonio Barceló en el Palacio Consistorial de Cartagena en 2018.

Antonio Barceló en el Palacio Consistorial de Cartagena en 2018.


JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ / AGM

«Si antaño fueron las composiciones abstractas en torno al agua y los distintos motivos cromáticos sugeridos y llevados a la abstracción, ahora son las imágenes icónicas, pintadas por maestros de todos los tiempos, las que han inducido a este amante y conocedor de la historia de la pintura, a reinventar su propio lenguaje a partir de la imagen pintada por otros», escribió Pedro Soler a propósito de su exposición ‘Memoria de la pintura’ en el Palacio Consistorial de Cartagena en 2018. De Barceló Ballester el Ayuntamiento de Cartagena valoró con motivo de esta propuesta «su destreza de pintor vocacional» y su «indudable creatividad de pintor imaginativo».

La galería madrileña Orfila se despidió en sus redes sociales de Barceló con este mensaje: «Antonio Barceló Ballester nos dejó el pasado 27 de noviembre, en su Cartagena natal. Se fue dulcemente -nos dijo, quien nos comunicó la triste noticia-, como era él, persona dulce, excelente y discreta, un artista de gran sensibilidad y calidad humana simpar. Trabajador incansable como tan inclasificable pintor, lo que no tiene otra causa que su gran originalidad y sus siempre constantes y sorprendentes búsquedas -tanto odiaba el hecho de repetirse-, empeñaba ilusionado su tiempo, estos últimos meses, en la reforma y ampliación de su taller, sito en la cartagenera calle Muralla del Mar, para poder abrirlo al público con una exposición permanente de su obra».

La galería Orfila de Madrid, con la que realizó nueve exposiciones individuales, lo recordó como «una persona dulce, excelente y discreta, un artista de gran sensibilidad y calidad humana simpar»

El mes de mayo pasado celebró su última muestra personal en Galería Orfila, «la novena individual con nosotros, desde la primera, que realizara el año 1989, además de otras tantas colectivas; una relación a lo largo del cual fue forjándose una entrañable amistad con el fundador y director de la galería, Antonio Leyva, autor también de la monografía sobre su obra, titulada ‘Antonio Barceló Ballester en la Muralla del Mar’, a propósito de cuya publicación y presentación, Antonio Barceló realizó una entrevista con la que queremos, ahora, recordarlo: «Voy a seguir pintando hasta la muerte, soy mi propio jefe» [en LA VERDAD en 2016].

De su última exposición en Madrid, el crítico de ABC Cultural Javier Rubio Nomblot escribió en ‘ABC’ que las naturalezas muertas coloristas y mínimas de Antonio Barceló, «siempre dotadas de delicados relieves», responden al espíritu con el que Antonio Leyva inauguró la galería Orfila en 1973: libertad, independencia y apoyo a los artistas humildes como Barceló frente a la enloquecida búsqueda de lo virtual en el mercado del arte.

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