Los caramelos murcianos para endulzar la Semana Santa

Los caramelos murcianos para endulzar la Semana Santa

Dionisio Jara ha cumplido ya los 90 años y, aunque hace mucho que pasó el testigo del negocio a su hijo Antón, sigue dándose una vuelta cada día por su fábrica de caramelos, ubicada justo debajo de su casa, en la pedanía murciana de Santa Cruz. A pesar de que le acompañan los típicos achaques de la edad, baja siempre a por un dulce que pocos minutos después le regalará a su mujer, Fina. «Si ve que tardo mucho, enseguida me está llamando por teléfono», apunta mientras agasaja con un diminuto nazareno de caramelo a quien escribe este reportaje.

Dionisio abrió hace más de 60 años el obrador de Jarca, un negocio familiar donde llevan semanas a pleno rendimiento para endulzar la Semana Santa, tanto en la Región como fuera de ella, ya que sus delicias nazarenas ‘made in Murcia’ viajan hasta ciudades de España como Sevilla, Granada y Valencia. «Mi padre empezó vendiendo caramelos en la punta de nuestro camino siendo tan solo un crío. Siempre ha tenido negocio, primero fue una tienda donde hacían panes y, años después, montó la fábrica, donde comenzó elaborando caramelos, turrones y frutas confitadas», explica Antón Jara, el encargado de mantener viva una tradición familiar con más de medio siglo de historia y que probablemente no tendrá relevo generacional.

Al obrador de Jarca se llega antes por el olor que por la vista. El aroma a caramelo es inconfundible en este negocio artesanal donde tienen muchas esperanzas puestas en esta campaña después de «tres años muy complicados» para los productores de caramelos de Semana Santa por la pandemia. «Esperamos que sea normal y podamos ganar algo para pagar las deudas que arrastramos de los últimas temporadas», espera Antón, que tiene previsto sacar una producción de diez toneladas de caramelo en diferentes formatos.

Una empleada de Jarca, en las instalaciones que la empresa tiene en la pedanía de Santa Cruz.

Una empleada de Jarca, en las instalaciones que la empresa tiene en la pedanía de Santa Cruz.


Guillermo Carrión / AGM

Cofrades en miniatura

El producto estrella son los nazarenos, caramelos con estética de cofrades que elaboran poniéndole un pequeño palo que lo convierte en un chupachup, lo que ayuda a que tenga mucho éxito entre el público de las procesiones, sobre todo el infantil. «Nos han copiado por ahí y hacen algo parecido, pero los auténticos nazarenos de caramelo los creamos aquí», explica Antón mientras muestra la cadena de producción, donde se elabora otro caramelo de Jarca que triunfa en Semana Santa: los chupetes de colores, que pueden hacer de seis sabores (y colores) diferentes -fresa, frambuesa, limón, manzana, cola y naranja-. «Podemos hacer unos doscientos kilos al día, que equivalen a dos mil unidades», calcula.

Sobre la receta del caramelo, que han ido desarrollando con el paso de los años y ya no contiene gluten, Antón responde que lleva «glucosa, agua, color y aroma» y que lo hierven en una olla durante treinta minutos hasta alcanzar entre los 140 y los 160 grados de temperatura. «La mezcla es fácil, lo complicado es dar con el punto óptimo», explica.

Surtido de caramelos.

Surtido de caramelos.


Guillermo Carrión / AGM

Refraneros huertanos

A cuarenta kilómetros de distancia, en Abarán, Paco Hernández también sigue las instrucciones que le dio su padre para hacer los caramelos que se repartirán en algunas procesiones de la Región, principalmente en las de la capital. «La tradición de regalar caramelos es muy de aquí, de Murcia y de los pueblos. Servimos a cofradías y a algunas confiterías que quieren tener el producto para ofrecerlo como ‘souvenir’», destaca el dueño de El Turro, la quinta generación de una empresa familiar que, como Jarca, está especializada en la elaboración de caramelos de Semana Santa.

Los obradores de Jarca y El Turro trabajan a pleno rendimiento para atender la alta demanda que se da en estas fechas

Aunque la joya de la corona son las picardías, un caramelo tostado con avellana que se hace de forma totalmente artesanal «para que no pierda el encanto», Paco está centrado estos días en los refraneros, caramelos con versos que define como «los más característicos» de la Semana de Pasión en la Región. Su madre, Mari Carmen Banegas, es la encargada de envolverlos y la previsión que manejan es hacer 1.400 kilos de estas delicias que, según Paco, son mucho más que un caramelo. «Son la seña de identidad de nuestra Semana Santa».

Y, precisamente, se refiere a ese «valor emocional» como el motor que le mueve cada año a elaborar estos caramelos que se presentar en forma de pastilla de distintos tamaños. «Es la manera con la que podemos contribuir para mantener viva la tradición que rodea a esta fecha. Los refranes son muy especiales porque hablan de Murcia, de la huerta y de nuestra Semana Santa».

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