La fiebre aeronáutica toma la costa del Mar Menor

La fiebre aeronáutica toma la costa del Mar Menor

Las filigranas aéreas robaron este domingo miles de corazones en el Mar Menor. Cruces al límite, ‘loopings’ invertidos, roturas espectaculares y espirales de humo arrancaron ovaciones del público que acudió a la playa de Santiago de la Ribera para disfrutar en primera fila del Festival Aéreo de San Javier. Era el primero que organiza el Ayuntamiento de San Javier, después del tirón demostrado por las exhibiciones del Ejército del Aire, y la respuesta no ha podido ser más multitudinaria. El público llenó cada centímetro de costa. Todas las previsiones se vieron desbordadas por la multitud que quería aplaudir a los mejores pilotos del mundo.

Miles de vehículos esperaron para acceder a los 7 aparcamientos habilitados y riadas de aficionados bajaban por las calles hacia la playa, neveras en mano y con el anhelo de captar imágenes irrepetibles en el cielo.

La seguridad marcó el funcionamiento del Festival: medio centenar de policías municipales, equipos de Protección Civil de toda la comarca costera, el grupo de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil, el barco de rescate de la Academia General del Aire y el despliegue de efectivos de Cruz Roja estuvieron alerta.

La animación, que ya comenzó a notarse desde el pasado viernes en la localidad costera, culminó domingo con un gentío que consolidó el Festival como un espectáculo de masas con vocación de repetirse cada año. El sol veraniego también actuó de llamada general hacia la orilla del mar, donde muchos han disfrutado de un fin de semana playero con baño incluido.

Los descensos en espejo con la bandera española de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire, la popular Papea, fueron recibidos con entusiasmo. El espectáculo apelaba al orgullo nacional. Un alarde de virtudes aeronáuticas con sello español, aunque también participaron patrullas británicas y pilotos internacionales. La profesionalidad del equipo del helicóptero de Emergencias 112 de la Región de Murcia, que realizó un simulacro de rescate en el agua, fue una de las demostraciones más aplaudidas desde la playa.

Para los ‘spotters’ que aproaban su objetivo hacia el cielo, una de las piezas más esperadas era el Saeta, uno de los primeros reactores que llegaron a la Academia General del Aire de San Javier por los años cincuenta. «Las aves rapaces son más fáciles de fotografiar que estos aviones», comentó Melchor Tudela, que llegó a la costa desde Totana.

Una combinación irresistible fue el secreto del éxito del festival para su director, Pablo González: «Tenemos un solazo maravilloso y hemos buscado en esta primera edición que el público vea aviación ligera, ultraligera, general experimental, acrobática y a reacción». Un pellizco de emoción despertó el autogiro de La Cierva en su versión tecnológica, pilotado por Francis Jiménez, quien felicitó desde las alturas «a todas las madres del mundo». De construcción española, este autogiro con ADN murciano y diseño del siglo XXI, demostró la potencia y la ligereza de su nuevo chasis de carbono.

Las ovaciones llegaron al unísono de la costa con los pilotos acrobáticos, Camino Benito y Olivier Marusel, que llevaron sus aeronaves a operaciones que llevan al límite del cuerpo humano. Pases a cuchillo, roturas en espejo, toneles ultrarápidos y caídas libres asombraron sobre el Mar Menor.

Ya en la cola de la parrilla, la formación británica de los Team Raven, con sus seis aeronaves sincronizadas abrieron la fase de vuelo en patrulla, el más esperado. Los suizos PC7 Team demostraron que es posible una patrulla acrobática con los turbohélice Pilatus que han sustituido al C-101 como avión de instrucción en el Ejército español y que podría ser la aeronave futura de la patrulla Águila.

«No nos perdemos ninguna aparición de la patrulla», contaban María Jesús Tomás y su madre, Rosario Simón, del club Patrulla Águila, con 26 años de existencia. El ‘speaker’ de los Águila, el capitán Luis Verjano, dio emoción a la exhibición, que a ritmo de AC/DC despertó la devoción general. El solo, Rafael González Marín, piloto murciano encargado de las maniobras más arriesgadas, el nuevo héroe del cielo español, ejecutó a la perfección la caída libre y el arriesgado ascenso de la ‘cobra’. La costa estalló con el ‘destornillador’, una acrobacia marca Águila, que dejó en el aire un tirabuzón rojo y amarillo en el cielo. Volvieron a sorprender con un cruce al límite los Águila’ seis y siete. Las formaciones en rombo, la precisa asimetría del pase en espejo y la sincronización de los toneles, en una danza aérea medida al milímetro, precedieron al colofón final de la patrulla nacional, con sede en San Javier, esa rotura final que despierta pasiones. Más de cien pilotos han pasado por la patrulla, que el año próximo cumplirá 40 años. San Javier augura muchas citas con el cielo en los próximos años.

Enlace de origen : La fiebre aeronáutica toma la costa del Mar Menor