Veinte familias de Javalí Viejo no han podido volver a sus casas tras la riada

Veinte familias de Javalí Viejo no han podido volver a sus casas tras la riada

José Antonio Aguilar muestra el nivel que alcanzó el agua en su vivienda de Javalí Viejo, arrasada por el desbordamiento de la rambla. / JAVIER CARRIÓN / AGM

Afectados por las inundaciones piden al Ayuntamiento que les ceda una vivienda para rehacer sus vidas

Rebeca Martínez Herrera

Aunque han pasado ya diez días desde la riada de Javalí Viejo, la impresión que da al llegar a la calle San Nicolás –la ‘zona cero’ de las inundaciones– es que los
vecinos que se han quedado sin casa se resisten a dejar del todo los que fueron sus hogares, aunque estén totalmente arrasados y llenos de «barro que sigue saliendo por todas partes», según cuentan. «Venimos todos los días para desahogarnos, aunque cuando volvemos a entrar a nuestras casas nos da el bajón. Nos hemos quedado sin nada. Lo que llevamos puesto es prestado o regalado. Hasta los ahorros que tenía se fueron flotando con el agua», explica José Antonio Aguilar, uno de los afectados por la
tromba que descargó 41 litros de agua en tan solo diez minutos.

«Tardaremos en recuperar la normalidad; hay que mentalizarse de que esto va para largo», dice el alcalde pedáneo

La de José Antonio es una de las veinte familias que no han podido volver a sus hogares desde la
crecida de la rambla La Ventosa que provocó la tragedia en la madrugada del pasado 26 de septiembre en la que un vecino falleció. «Antonio fue el que más perdió porque el ‘pobretico’ se murió ahogado. Nosotros al menos estamos vivos para contarlo», recuerda sobre la noche en la que «el agua pegó el cañonazo y lo perdimos todo».

Solo se salvaron los cuadros

«Bienvenidos a mi humilde morada, la más perjudicada por la riada», dice José Antonio al entrar a la vivienda que heredó de sus padres. «Menos mal que ellos no han tenido que vivir esto», agradece. La marca que dejó el agua supera el metro y medio, hay restos de barro por todos lados y solo quedan algunos cuadros que se salvaron de la inundación por la altura a la que estaban colgados. Junto a una imagen del Cristo del Rescate, José Antonio muestra las marcas de sus manos en la pared de su salón mientras rememora los angustiosos minutos en los que temió por su vida. «Mi hijo se colgó como pudo en el perfil de la puerta de la entrada y mi mujer se quedó en la parte más alta de la escalera que da acceso a la terraza, pero no podíamos subir porque la puerta estaba cerrada con llave por seguridad. Fue horrible. El agua nos llegaba hasta el cuello. Pensé que no lo contaríamos, pero al final conseguimos salir».

Un vecino muestra los destrozos que provocó la riada en su vivienda.

Galería.

Un vecino muestra los destrozos que provocó la riada en su vivienda. /

JAVIER CARRIÓN / AGM

Desde aquella noche en la que no pegó ojo, consciente del peligro que entrañaba la proximidad de la rambla, José Antonio dice que no ha conseguido dormir sin que pasen por su mente las imágenes de un madrugada que jamás olvidará. «Ahora dormimos en un hotel de Murcia, pero es una porquería y no estamos nada cómodos. Hemos pedido que nos dejen un lugar en condiciones para poder vivir
mientras llegan las ayudas que hemos tramitado para arreglar la casa», destaca. Y es que José Antonio tiene claro que no abandonará su vivienda. «Es lo único que me queda de mis padres y quiero seguir aquí, aunque salga corriendo cada vez que haya previsión de lluvias torrenciales», confiesa.

«A mi hijo le da pánico»

No es el caso de Toñi González y Rubén García, otros dos vecinos de Javalí Viejo que tendrán que empezar de cero después de la riada. Ellos ya han decidido que no volverán a la casa donde padecieron los efectos devastadores de las inundaciones. «Mi hijo tiene diez años y no quiere vivir aquí, le da pánico», argumenta Toñi con los ojos encharcados. Como vivían de alquiler, están buscando otra casa mientras se alojan con unos amigos del pueblo. «Estábamos durmiendo cuando escuchamos un ruido muy fuerte y al levantarnos el agua ya nos llegaba por las rodillas. Cogimos al crío corriendo y nos subimos a la terraza, donde nos rescataron los bomberos. No se puede explicar con palabras todo lo que hemos sufrido», recalca. Por eso coinciden con su vecino José Antonio en que lo que de verdad les ayudaría es que el Ayuntamiento de Murcia les ceda una vivienda para poder rehacer sus vidas. «El dinero es lo de menos», dice Toñi.

Según el pedáneo, José Francisco Navarro, «todavía es pronto para valorar los daños porque las viviendas siguen cediendo. Los técnicos nos han dicho que hay que esperar diez o quince días a que se seque todo para ver si salen grietas y controlar las estructuras por si están dañadas. Tardaremos en volver a la normalidad, hay que mentalizarse de que esto va para largo», advierte.

Campaña de recogida de alimentos, dinero y bienes básicos

El Banco de Alimentos del Segura ha lanzado una campaña de recogida de fondos, alimentos y bienes de primera necesidad para los afectados por la riada que sufrió la pedanía de Javalí Viejo en la madrugada del pasado 26 de septiembre tras la crecida de la rambla La Ventosa.

Desde la organización benéfica han mandado ya a los vecinos de la pedanía murciana que han perdido sus casas y todas sus pertenencias varios palets con leche, cacao en polvo, galletas y magdalenas del fondo de emergencia social del Banco de Alimentos.

El Banco de Alimentos ha habilitado varias vías de colaboración para quienes deseen participar en esta campaña de ayuda. Pueden entregar alimentos que no requieran ser elaborados en el almacén principal que la organización tiene en la antigua Ciudad del Transporte de Murcia, ubicada en la avenida Región Murciana. Para que no sea necesario desplazarse a las instalaciones para colaborar, otras de las vías abiertas son la compra virtual a través de la página web de la entidad (www.basmur.org) y el envío de ayudas a través de un envío de Bizum al número de teléfono 00922.

Enlace de origen : Veinte familias de Javalí Viejo no han podido volver a sus casas tras la riada