Bolsonaro afirma que cumplirá la Constitución pero evita reconocer el triunfo de Lula

Bolsonaro afirma que cumplirá la Constitución pero evita reconocer el triunfo de Lula

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, durante su intervención este martes en el Palacio de Alvorada. / EVARISTO SA / AFP

Tras dos días de silencio, el presidente saliente condena los bloqueos, aunque alude al «sentimiento de injusticia» por el proceso electoral

Jair Bolsonaro rompió su silencio a media tarde de ayer en Brasil para dar las gracias a los 58 millones de brasileños que lo votaron en las elecciones del pasado domingo. Con los ojos vidriosos y la voz temblorosa, escoltado por un numeroso séquito de aliados, el presidente saliente condenó
bloqueos de las carreteras y las protestas que se estaban llevando a cabo en una veintena de Estados, pero los justificó como fruto «de la indignación y un sentimiento de injusticia» por lo sucedido durante las elecciones.

El silencio de Bolsonaro durante casi dos días ha
alimentando el caos provocado por los camioneros que habían bloqueado vías principales e incluso las fronterizas con Paraguay. Entrevistados por varios medios, algunos hablaban del «robo» que había sufrido en las urnas el todavía presidente de Brasil, y se mostraban a favor de impugnar el resultado. Incluso en muchas de estas movilizaciones se exigió al Ejército que interviniera contra el triunfo de Lula da Silva.

Bolsonaro, en los dos minutos que duró su alocución, después de casi dos días de permanecer en silencio, evitó reconocer claramente el triunfo de Lula da Silva. Eso sí, dejó claro que respetará la Constitución: «Nunca he censurado a los medios de comunicación ni a las redes sociales como presidente de la República. Seguiré cumpliendo todos los mandamientos de nuestra Constitución».

El mandatario ultraderechista dijo sentirse más fuerte y concluyó: «Es un honor ser el líder de millones de brasileños que, como yo, defienden la libertad económica, religiosa, de opinión, la honestidad y los colores verde, azul y amarillo de nuestra bandera».

Acto seguido, el ministro de la Presidencia, Ciro Nogueira, quien es el responsable gubernamental en el proceso de traspaso de poderes, sí se refirió a Lula como «presidente electo». «En base a la ley, iniciaremos el proceso de transición», zanjó para despejar cualquier duda.

En este clima, era de esperar que se desarrollaran revueltas ante las críticas que Bolsonaro había sembrado sobre el sistema electoral. Y mucho más por la apretada victoria de Luiz Inácio Lula da Silva, que se impuso con un 50,9% de los votos (60,3 millones de electores), y que a sus 77 años se convirtió en el primer presidente brasileño en ganar tres elecciones desde la desaparición de la dictadura.

El bloqueo de los camioneros a importantes vías públicas estaba siendo considerado absolutamente antidemocrático y atemorizaba a muchos brasileños por el riesgo de que la tensión y el caos aumentaran en otros lugares. El silencio de Bolsonaro tampoco ha ayudado. Ni era normal que tantas horas después de anunciarse el resultado de las elecciones, el candidato del Partido Liberal no hubiera hecho una declaración aceptando la derrota, felicitando a su rival y dando las gracias a los más de 58 millones de brasileños que lo votaron (49,1%).

Afortunadamente autoridades judiciales, ministros del Gobierno saliente y presidentes de partidos políticos presionaron para que el mandatario hablara y contuviera los bloqueos. Algunas fuentes señalaron que Bolsonaro previamente había pedido una reunión con magistrados del Tribunal Supremo Federal, encuentro al que miembros de esta institución señalaron que solo acudirían después que el líder ultraderechista aceptara su derrota.

La cita, finalmente, se produjo anoche. A su término, el Supremo destacó en un comunicado «la importancia del pronunciamiento del presidente de la República para garantizar el derecho de ir y venir frente a los bloqueos y, al determinar el inicio de la transición, reconocer el resultado final de las elecciones». En la primera vuelta de los comicios, a principios de octubre, Bolsonaro obtuvo la mayoría más conservadora y dura en el Congreso y el Senado, lo cual dificultará mucho la acción legislativa de Lula.

Investigación policial

Previamente a la alocución del mandatario saliente la Policía comenzó a desalojar a los camioneros de las cientos de vías ocupadas. Al mismo tiempo, Alexandre de Moraes, máxima autoridad del Supremo, lanzó una orden de multar con 100.000 reales (unos 19.000 euros) a todo vehículo que estuviera obstaculizando las carreteras, e incluso existía la amenaza de ir a prisión. Durante la noche del lunes se contabilizaron 300 bloqueos en las entradas de 25 Estados, que afectaron principalmente a los supermercados y al sector de carnes y leche.

Las dudas en torno a la decisión de Bolsonaro de acatar el resultado de las urnas comenzaron a disiparse unas horas antes de su intervención. Lula da Silva designaba a su vicepresidente electo y exgobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, para que coordinara la transición de su Gobierno. Según desveló el Partido de los Trabajadores, miembros de los equipos de ambos dirigentes se reunieron en la noche del lunes para iniciar los contactos de cara a garantizar un traspaso ordenado del poder. La cita entre ambas delegaciones fue calificada de «cordial». Se espera que a partir de mañana se conozcan los nombres de los posibles ministros. Lula no tomará posesión del cargo hasta el 1 de enero.

El hombre que ha recuperado el poder en Brasil recibió múltiples felicitaciones internacionales, algunas de las cuales colgó en sus redes sociales. «Ayer hablé con decenas de jefes de Estado. Todos quieren ampliar las alianzas y el trabajo conjunto con Brasil en el comercio, clima y temas globales. Estamos volviendo al mundo», manifestó Lula.

Señaló que había hablado por teléfono con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sobre el fortalecimiento de la democracia en Brasil y la preservación del medio ambiente. También Alberto Fernández, presidente de Argentina, y Pedro Sánchez le manifestaron los deseos de cooperar más en la lucha contra el hambre, la pobreza y el cambio climático.

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