«La golpeé durante 5 o 10 minutos hasta que sangró; entonces cogí la cuerda»

«La golpeé durante 5 o 10 minutos hasta que sangró; entonces cogí la cuerda»

Los datos de las compañías telefónicas situaban los teléfonos de la víctima y de su expareja en el entorno del domicilio donde ella residía. Los guardias civiles llevaban dos días y medio buscando a Hanane, desde que su familia puso la denuncia de desaparición el 13 de septiembre de 2023. Sospechaban que Abdelghani E. podía haberle hecho algo. El día anterior los dos quedaron en un parque con la hija de ambos, de 6 años, y la niña les dijo que habían discutido. Su hermana declaró a la Guardia Civil que el día de su desaparición, por la mañana, ella iba a ir al mercadillo semanal y que podía haber quedado allí con él.

Entre el jueves y el viernes, los agentes hicieron batidas por el río Segura, a su paso por Cieza. Pensaron que en el supuesto caso de que él le hubiese hecho algo a ella, el río podía ser un lugar lógico para deshacerse del cuerpo. Pero no encontraron nada.

No había rastro de Hanane. Nadie la había visto desde que el miércoles dejó a su hija en el colegio, sobre las 9 horas. La tierra se la había tragado y los investigadores apostaron por tirar del hilo de las últimas ubicaciones del teléfono de la mujer. Las antenas repetidoras la situaban en el entorno de su domicilio y hacia la autovía A-30 y la N-301.

El tercer día de búsqueda, sábado 16, una pareja de guardias civiles se acercó a las 14 horas a una zona ruinosa situada en el camino al Lavadero de La Fuente de Cieza, a un kilómetro de distancia de la casa de Hanane y próximo a las dos carreteras. Dejaron atrás una torre de subestación eléctrica y avanzaron por un camino de tierra, hasta llegar a una vieja caseta de piedra, casi derruida. Solo un par de muros se mantenían a malas penas en pie. Maleza, basura y piedra de derrumbe rodeaban el entorno. El lugar era inhóspito, lejos de todo. Abandonado y vacío de vida.

Lugares de los hechos

Donde

hallaron

el cadáver

Domicilio

dela víctima

Lugares de los hechos

Donde

hallaron

el cadáver

Domicilio

dela víctima

Lugares de los hechos

Donde

hallaron

el cadáver

Domicilio

dela víctima

Justo al principio del viejo edificio de piedra, medio oculto entre los escombros, los agentes vieron que había un pozo seco. La boca interior del agujero tenían una anchura de medio metro, era muy estrecho, pero suficiente para introducir un cuerpo en vertical. Los guardias civiles se asomaron a los seis metros de profundidad que tenía el pozo y, entre la basura y el escombro, vieron la planta de un pie. El cuerpo parecía estar inclinado hacia delante, descansaba sobre las rodillas y la cabeza. Los agentes informaron que podían haber encontrado a Hanane y pidieron que acudiera una unidad especializada para rescatar el cadáver.

La jueza de guardia de Cieza y el médico forense ya estaban allí cuando, sobre las 17 horas, dos miembros del Grupo de Rescate de Montaña (Greim) de la Benemérita descendieron al pozo y sacaron el cuerpo. La ropa empapada en sangre tapaba su rostro y la cabeza, y en el cuello enrollado llevaba un hiyab.

Abdelghani E., el acusado. Hanane M., la víctima.

Abdelghani E., el acusado. Hanane M., la víctima.

El cuerpo, en fase inicial de putrefacción, fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Murcia. La autopsia estimó la hora de la muerte en torno a las 11 u 11.30 horas del 13 de septiembre. El tipo de muerte «violenta», de etiología «homicida» por «un traumatismo craneofacial». Recibió numerosos golpes concentrados en el cráneo y, sobre todo, en el rostro, con tanta violencia que le partió la mandíbula por la mitad. Además, sufrió una fractura en el tabique nasal y en un costado, y tenía lesiones en las extremidades y en el abdomen. Los análisis confirmaron que se trataba de Hanane.

«Hanane no pudo defenderse»

El principal sospechoso era su expareja, Abdelghani E., quien tenía una orden de alejamiento sobre ella desde el mes de mayo por un delito de malos tratos. Al día siguiente del hallazgo del cuerpo, fue detenido por la tarde en la estación de autobuses de Abarán. En el momento del arresto, Abdelghani tenía lesiones en la cara y el torso, «compatibles con arañazos y otras señales de defensa», según expone el atestado de la Guardia Civil.

En las diligencias de la investigación constan las imágenes de varias cámaras de seguridad que captaron a Abdelghani, entre las 12.40 horas y las 13.36 horas, poco después de la desaparición de Hanane, caminando por la calle, primero con un pantalón vaquero y el torso desnudo, y, poco después, con otra ropa.

La víctima recibió numerosos impactos en el cráneo y en el rostro, con tanta violencia que le partió la mandíbula por la mitad

En este sentido, el testimonio de una testigo resultó clave. Según explicó, a mediodía de ese 13 de septiembre le llamó la atención ver «a un varón de origen magrebí, con el torso desnudo, pantalón vaquero corto de color azul», con unas manchas grandes oscuras, que le parecieron «sangre». Entre 15 y 20 minutos después, lo volvió a ver vistiendo un pantalón deportivo de color gris y una camiseta de la misma tonalidad. La testigo reconoció a Abdelghani como la persona a la que vio en la calle.

A las pruebas que le señalaban, se sumaron los mensajes de audio amenazadores que mandó al móvil de Hanane. En dos de ellos le dijo: «Cuando nos veamos te vas a enterar, te lo voy a explicar» y «A ti te va a pasar algo».

A pesar de todo ello, en su declaración inicial el 14 de septiembre en el cuartel de la Guardia Civil, Abdelghani afirmó que no tenía nada que ver con la muerte de Hanane. Manifestó que la última vez que la vio fue en un juzgado de Murcia, cinco meses atrás, por la denuncia de violencia de género que ella interpuso contra él. Tres días después, fue puesto a disposición del juzgado de Instrucción número 2 de Cieza, cuya titular decretó su ingreso en prisión provisional. Pero, cinco días después, el 22 de septiembre, volvió a declarar y confesó el crimen. En su testimonio, confesó que el día anterior a su desaparición quedaron por la tarde y se citaron al día siguiente a las diez de la mañana para resolver «sus problemas» en el Lavadero de la Fuente, un lugar donde solían verse.

Allí, le pidió que le enseñara el móvil, ya que era «normal» que vieran los móviles para comprobar «con quién hablaba cada uno», explicó. Al examinar el teléfono, descubrió que ella hablaba y quedaba con otro hombre. En ese momento, comenzaron a discutir y él le dio el primer golpe, «ella no se lo esperaba» y cayó al suelo. «Hanane no pudo defenderse, porque la golpeé repetidamente, con los puños entre cinco y diez minutos, hasta que empezó a salirle sangre por la boca y por la nariz. Fue entonces cuando cogí una cuerda, porque aún estaba viva».

Tomó el pañuelo que la mujer llevaba en el pelo y «con la ayuda de la cuerda la estrangulé», confesó. A pesar de esta última declaración, la autopsia reveló que no existían signos de estrangulamiento y en el cuello «no se aprecian lesiones externas», siendo la causa del fallecimiento las graves fracturas que presentaba en la cabeza y en la cara.

Tras comprobar que no se movía, tiró el cuerpo inerte de su expareja al pozo. Para ocultarlo, arrojó varias piedras de gran tamaño al agujero y sepultó el cadáver, hasta que los dos guardias civiles lo descubrieron tres días después.

Enlace de origen : «La golpeé durante 5 o 10 minutos hasta que sangró; entonces cogí la cuerda»