Los robos para hacer chatarra convierten la Orilla del Azarbe de Murcia en un campo de minas

Los robos para hacer chatarra convierten la Orilla del Azarbe de Murcia en un campo de minas

Un auténtico campo de minas, con la diferencia de que en este caso, si uno pisa en el lugar equivocado, no corre el riesgo de volar por los aires sino de que se lo trague la tierra. Esa es la situación en la que se encuentra actualmente la llamada Orilla del Azarbe, una calle de unos cuatro kilómetros que atraviesa hasta cinco pedanías distintas: El Esparragal, Cobatillas, Llano de Brujas, Santa Cruz y El Raal, hasta acabar en la frontera con el término municipal de Orihuela. La particularidad de esta vía, a la que debe su nombre, es que por ella discurre un importante cauce de riego, el cual fue cimbrado hace más de tres décadas.

Esta obra permitió dotar de una amplia superficie peatonal el margen derecho de la calzada –el izquierdo pertenece a Santomera–, facilitando, además, el acceso a las viviendas de esa zona. Pero hace prácticamente un año los amigos de lo ajeno decidieron hacer de las suyas en este importante vial periférico y se llevaron, al menos, una decena de las tapas de arqueta que dan acceso al cauce, con el objetivo, muy posiblemente, de venderlas para hacer chatarra. Fueron objeto de estos robos particularmente aquellas que se encontraban casi adosadas a un tablacho, por contar, posiblemente con una mayor facilidad para ser arrancadas.

«La gente que sale a pasear tiene riesgo de caerse y hacerse daño, y en dos meses tenemos romerías», apunta un residente

Esta circunstancia ha convertido este trazado, especialmente en la zona perteneciente a El Raal, en un tramo con un cierto peligro, si no se recorre con la atención debida. Algunos vecinos han optado por reparar por sus propios medios estos agujeros en el forjado, pero la mayor parte de ellos no cuentan con más protección y señalización de que la que supone un panel de madera, una rejilla que no encaja ni se adapta en el orificio existente, o piedra, ladrillos y bloques de hormigón amontonados.


Vecinos ante uno de los agujeros en el cimbrado que ha dejado el robo de las tapas de arqueta.


Nacho García / AGM


«No podemos seguir así; todavía los vecinos de la zona conocemos más o menos la situación y vamos con mil ojos, pero si no andas pendiente, más aún después del atardecer, puedes colarte y acabar en el canal, con el riesgo, además, si va con agua, de ahogarse, particularmente en el caso de los niños» explica Francisco García, residente de la zona. La situación puede ser especialmente comprometida conforme se acerque la primavera y mejore el tiempo, ya que esta zona se presta a pasearla.

El pedáneo defiende que no puede afrontar estos trabajos económicamente y la Concejalía apunta que no consta solicitud alguna

La fiesta del Rocío, celebrada en abril del año pasado, ya supuso una prueba de fuego para el control de esta situación ya que en estas fechas, los fieles transitan esta vía en romería. «Al ver la situación, desde el Consistorio y la propia Policía Local se estableció la necesidad de colocar vallas que indicaran claramente donde se encontraban los boquetes, por lo que se tiene constancia en la administración de esta situación», añade García. 


Uno de los agujeros en el cimbrado que ha dejado el robo de las tapas de arqueta.


Nacho García / AGM


Vista la necesidad, la cuestión es dilucidar a quién compete tal arreglo. Pese a tratarse se un cauce de riego, la Junta de Hacendados rechaza que se trate de un trabajo que le corresponda. Lo proclama Antonio Belmonte, el procurador de esta comunidad de riego de la zona y el propio secretario general de la corporación huertana, Juan Jesús Sánchez. De hecho, este último señala que, mientras que la limpieza de las acequias entubadas se ejecuta por la propia Junta mediante un convenio económico del Ayuntamiento –«que llevamos años sin cobrar»– el arreglo de la cubierta corresponde a la administración municipal, «que fue la que promovió el cimbrado, contando, además, que esta no es un componente del cauce, sino que se constituye como parte del viario público».

Sin presupuesto de la Junta

Por su parte, el pedáneo de El Raal, Antonio Soto, asegura no contar con presupuesto para ejecutar estas reparaciones. «Apenas disponemos de 150.000 euros anuales para gasto corriente –incluidas fiestas– e inversiones; si asumimos este tipo de trabajos no nos queda margen para otra cosa, más aún si se acaba por asumir que esto es una competencia forzosa de la Junta Municipal», defiende Soto, apelando a la responsabilidad del Ayuntamiento para acometer estos trabajos, sin olvidar «la necesidad de renovar periódicamente un cimbrado». «Los vapores y la humedad generan aluminosis en el hormigón que se acaba hundiendo», añade el pedáneo.


Vecinos ante uno de los agujeros en el cimbrado que ha dejado el robo de las tapas de arqueta.


Nacho García / AGM


Por su parte, desde el Ayuntamiento y, en particular, desde la Concejalía de Pedanías, se apunta a que «no se tiene constancia formal de ninguna petición para desarrollar estos trabajos». «Desde la Junta Municipal de el Esparragal se nos formuló una solicitud de este tipo y se acordó una inversión de 15.000 euros», añaden las mismas fuentes. «No habrá un documento exigiendo la reparación, pero esta situación se conoce porque yo la he transmitido», replica por su parte Soto. Mientras, tocará seguir pendiente de dónde se mete el pie.

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