El Mesoncico deja atrás 40 años de historia

El Mesoncico deja atrás 40 años de historia

Toda una vida sirviendo a una clientela que siempre les fue fiel. El matrimonio compuesto por Francisco Moya Écija y Mari Carmen Munuera Guirao abrió las puertas de El Mesoncico en 1983. Ahora, un año después de cumplir cuatro décadas de servicio y de haber inaugurado la última ampliación del local con la incorporación de la bodega, han decidido cerrar su establecimiento. Llegó la hora de la jubilación y, ante la imposibilidad de que miembros de su familia sigan al frente del negocio, se han visto obligados a cesar en la actividad que han desarrollado los últimos 40 años en esta plaza del caso antiguo de Cehegín, a la que su bar le acabó dando nombre.

En la barra y las mesas han disfrutado de un buen servicio muchas familias de la comarca del Noroeste y de otros puntos de la Región de Murcia, que llegaron hasta Cehegín atraídos por la fama del establecimiento. Mari Carmen recuerda que, cuando se hicieron cargo del bar, era una oscura taberna sin ventanas. La dueña del bajo les dijo que no hacía falta hacer un nuevo contrato, que era suficiente con el que tenía firmado con el anterior inquilino, de apellido Piñero, que estaba al frente de la taberna desde 1939. «Fuimos a ver a un abogado amigo nuestro con el contrato y él mismo redactó en la parte de atrás del documento un párrafo donde se hacía constar el cambio». A lo largo de los primeros 12 años, hasta 1995, siguieron con el alquiler hasta que en esa fecha lo adquirieron en propiedad; unos años más tarde, en 2014, compraron el local contiguo que durante años fue la bizcochería del Motolite.

Paco y Mari Carmen han sido unos grandes emprendedores que han sabido mantener la fidelidad de una clientela que, el día en que iban a cerrar las puertas de su establecimiento, se quisieron hacer presentes obsequiándoles con varias sorpresas que fueron aderezadas con una banda de música, una traca y con la presencia de los cabezudos.

La consolidación del local como referencia gastronómica del pueblo ha sido el resultado de décadas de sacrificio

Hace poco más de un año que decidieron ‘meterse en obras’ para ampliar el establecimiento con el sótano. Cuenta Mari Carmen que, cuando los albañiles intentaban demoler una piedra caliza que había en un rincón, el suelo se les vino abajo dejando al descubierto una zona que en su día debió albergar tinajas donde conservar el vino que se producía en la zona. Una vez repuestos del susto, completaron la obra, en la que invirtieron una buena cantidad de dinero, y crearon un nuevo espacio muy coqueto, abovedado, que fue muy bien valorado por cuantos lo han utilizado para alguna celebración especial.

La esperanza de una reapertura

Paco y Mari Carmen confían en que El Mesoncico pueda abrir de nuevo sus puertas con una nueva gerencia. «No hay prisa», comenta Mari Carmen: «Quisiéramos tener la seguridad de que quienes se pongan al frente de este negocio, lo puedan llevar adelante con el mismo cariño y con la misma profesionalidad que nosotros hemos puesto en todo este tiempo». Cuando Paco y Mari Carmen pusieron en marcha este proyecto, acababan de casarse y tenían 25 y 21 años. Mari Carmen estaba embarazada y, al tiempo que el negocio prosperaba, nació su primer hijo, Francisco, y tres años más tarde, la pequeña, Laura. Después llegó una bella nieta por la que pierden los vientos sus abuelos.

La consolidación del local como referencia gastronómica de Cehegín ha sido el resultado de muchos años de sacrificio. Entre las especialidades más destacadas, está el «rinrán, como se ha hecho siempre en Cehegín, con patata asada, miga de bacalao, cebolla, pimiento seco, olivas negras deshuesadas y aceite de oliva». Paco ha sido un maestro de las ensaladillas, tanto la rusa como la de marisco, cangrejo e, incluso, la de pulpo. «Paco fue el primero en toda la comarca en hacer queso de cabra fresco a la plancha y también introdujo los huevos de codorniz».

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